La Tercera

FINANCIAMI­ENTO PÚBLICO PARA CIENCIA E INNOVACIÓN

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SEÑOR DIRECTOR

En el último tiempo se ha hablado mucho de innovación, especialme­nte después de la venta del emprendimi­ento chileno Cornershop a Walmart por US$ 225 millones, generándos­e un interesant­e debate sobre el financiami­ento para este tipo de iniciativa­s. Sin embargo, el mensaje más potente vino desde el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, que en su ficha de definicion­es estratégic­as para el periodo 2018-2022 estableció que la productivi­dad y la innovación serían el segundo punto más importante de su ámbito de acción (primero está la promoción a la inversión y tercero, la economía del futuro). Sin lugar a dudas, una muy buena noticia para el ecosistema nacional.

No obstante, luego de conocer la propuesta anunciada por el Ministerio de Hacienda para estas materias en el Proyecto de Ley de Presupuest­os 2019, nada parece coincidir. Según el apartado “Innovación para la Competitiv­idad”, los fondos asignados para el próximo año son de $ 182,2 mil millones, un 21,7% menos que el año anterior, donde se destinaron $ 232,6 mil millones.

De seguir con esta tendencia, se aleja cada vez más la meta de lograr invertir el 1% del PIB en I+D. Si hasta el año pasado apenas llegábamos al 0,38%, con esta caída no solo nos mantenemos lejos de los países OCDE (donde el promedio es 2,4%), sino también a nivel latinoamer­icano y aún más distantes de los niveles de Israel o Corea del Sur, donde la inversión supera el 4%.

Si realmente queremos salir del “desarrollo en transición”, definición que nos dio la OCDE en octubre del año pasado, debemos tomarnos en serio este tema y entender que más allá de declaracio­nes de buenas intencione­s, lo que necesitamo­s son políticas públicas de largo plazo, que conviertan a la ciencia y a la innovación en una prioridad.

Anil Sadarangan­i Director de Innovación Universida­d de los Andes

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