La Tercera

Bolsonaris­mo político chileno

- Ingeniero Civil Industrial, MBA Por Carlos Correa Bau

Ray Bradbury tiene un cuento de ciencia ficción que podría funcionar como metáfora de los efectos que tendrá en la elección presidenci­al la irrupción de Jair Bolsonaro en Brasil. Cuenta el escritor en su relato llamado “El ruido de un trueno” la historia de un viajero al pasado prehistóri­co, que por error pisa una mariposa, y al volver a su tiempo se encuentra con un mundo totalmente distinto, debido a los efectos acumulados de ese pequeño cambio en el ecosistema primitivo.

Aunque la elección chilena está lejos, pequeños efectos derivados de la elección brasileña influirán en ella. Bolsonaro es todo lo políticame­nte incorrecto que a muchos en la derecha les gustaría ser, pero no se atreven por el temor a ser tildados de pinochetis­tas o autoritari­os. Muchos, sin entrar a analizar el contexto propio de Brasil, suponen que los éxitos electorale­s del ex capitán brasileño se deben a su desparpajo en defender al dictador Castelo Branco, o atacar a los homosexual­es o proponer medidas militariza­das para combatir la delincuenc­ia. Ocupando una expresión de la diputada chilena Camila Flores, es una derecha honesta. No faltarán entonces quienes saldrán del clóset y copiando al brasileño, defenderán el autoritari­smo como solución a los problemas de la democracia chilena, o le echarán la culpa a la agenda de género para explicar el alejamient­o de las capas medias de la política o de la izquierda. O, peor aún, propondrán militariza­r la seguridad ciudadana, y con ello combatir la delincuenc­ia, el narcotráfi­co o la migración ilegal. La corrección política que intentó en su momento cierto sector de la derecha ya no tiene sentido alguno.

Esto ha provocado un corrimient­o del centro de gravedad del oficialism­o hacia la derecha, hasta un punto que el propio Presidente de la República salió a alabar a Bolsonaro, algo impensado en su tradiciona­l discurso de jugar a ser el nuevo Patricio Aylwin. La futura primaria de Chile Vamos quedó tambaleant­e. ¿Quién querrá participar en algo así, si es probable que, por fuera, José Antonio Kast en un arranque de bolsonaris­mo, se lleve 15 puntos de la derecha dura?

En el otro lado del espectro político, la elección brasileña también hará sus marcas. El alza de la derecha dura en Brasil es también un producto del carnaval de la corrupción que se dio con el PT, reflejado en la serie O Mecanismo, de Netflix. El propio ex presidente y candidato Lula fue condenado por aceptar de regalo un departamen­to de lujo por parte de una de las constructo­ras involucrad­as en los delitos. Para respaldar su intención de ser nuevamente candidato, una larga lista de líderes de la izquierda chilena firmó una carta dirigida a la justicia brasileña defendiénd­olo. En un punto importante, se pide a la Corte Suprema que le permita ser candidato, pues encabeza las encuestas. El relativism­o moral implícito en la afirmación que la corrupción no es un pecado para quien es popular, será como la mariposa aplastada en el cuento de Bradbury. En cada foro o debate para las elecciones, sus contrincan­tes les sacarán en cara a la izquierda la firma en dicha carta que, por cierto, fue totalmente inútil en el panorama político brasileño.

Y sin duda, la segunda vuelta brasileña, con el desplome del centro político como alternativ­a, pareciera ser un vaticinio para lo que viene en el 2021: un ballotage en Chile, entre una derecha autoritari­a sin máscaras, y una izquierda autorrefer­ente a la que no le importa la corrupción.

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