Bolsonarismo político chileno
Ray Bradbury tiene un cuento de ciencia ficción que podría funcionar como metáfora de los efectos que tendrá en la elección presidencial la irrupción de Jair Bolsonaro en Brasil. Cuenta el escritor en su relato llamado “El ruido de un trueno” la historia de un viajero al pasado prehistórico, que por error pisa una mariposa, y al volver a su tiempo se encuentra con un mundo totalmente distinto, debido a los efectos acumulados de ese pequeño cambio en el ecosistema primitivo.
Aunque la elección chilena está lejos, pequeños efectos derivados de la elección brasileña influirán en ella. Bolsonaro es todo lo políticamente incorrecto que a muchos en la derecha les gustaría ser, pero no se atreven por el temor a ser tildados de pinochetistas o autoritarios. Muchos, sin entrar a analizar el contexto propio de Brasil, suponen que los éxitos electorales del ex capitán brasileño se deben a su desparpajo en defender al dictador Castelo Branco, o atacar a los homosexuales o proponer medidas militarizadas para combatir la delincuencia. Ocupando una expresión de la diputada chilena Camila Flores, es una derecha honesta. No faltarán entonces quienes saldrán del clóset y copiando al brasileño, defenderán el autoritarismo como solución a los problemas de la democracia chilena, o le echarán la culpa a la agenda de género para explicar el alejamiento de las capas medias de la política o de la izquierda. O, peor aún, propondrán militarizar la seguridad ciudadana, y con ello combatir la delincuencia, el narcotráfico o la migración ilegal. La corrección política que intentó en su momento cierto sector de la derecha ya no tiene sentido alguno.
Esto ha provocado un corrimiento del centro de gravedad del oficialismo hacia la derecha, hasta un punto que el propio Presidente de la República salió a alabar a Bolsonaro, algo impensado en su tradicional discurso de jugar a ser el nuevo Patricio Aylwin. La futura primaria de Chile Vamos quedó tambaleante. ¿Quién querrá participar en algo así, si es probable que, por fuera, José Antonio Kast en un arranque de bolsonarismo, se lleve 15 puntos de la derecha dura?
En el otro lado del espectro político, la elección brasileña también hará sus marcas. El alza de la derecha dura en Brasil es también un producto del carnaval de la corrupción que se dio con el PT, reflejado en la serie O Mecanismo, de Netflix. El propio ex presidente y candidato Lula fue condenado por aceptar de regalo un departamento de lujo por parte de una de las constructoras involucradas en los delitos. Para respaldar su intención de ser nuevamente candidato, una larga lista de líderes de la izquierda chilena firmó una carta dirigida a la justicia brasileña defendiéndolo. En un punto importante, se pide a la Corte Suprema que le permita ser candidato, pues encabeza las encuestas. El relativismo moral implícito en la afirmación que la corrupción no es un pecado para quien es popular, será como la mariposa aplastada en el cuento de Bradbury. En cada foro o debate para las elecciones, sus contrincantes les sacarán en cara a la izquierda la firma en dicha carta que, por cierto, fue totalmente inútil en el panorama político brasileño.
Y sin duda, la segunda vuelta brasileña, con el desplome del centro político como alternativa, pareciera ser un vaticinio para lo que viene en el 2021: un ballotage en Chile, entre una derecha autoritaria sin máscaras, y una izquierda autorreferente a la que no le importa la corrupción.