CANONIZACIÓN
SEÑOR DIRECTOR
Luego de semanas en que la Iglesia se ha visto cuestionada por acciones abusivas de parte del clero, celebramos la canonización de Monseñor Óscar Romero. Volvemos la mirada hacia este sacerdote salvadoreño, asesinado en el año 1980 luego de dedicar su vida a construir una Iglesia para la gente. Como un “pastor con olor a oveja”, el obispo salvadoreño hizo vida la opción por los pobres proclamada tanto en el Concilio Vaticano II, como en las conferencias episcopales de Medellín y Puebla.
Conocer a Monseñor Romero es descubrir un cristiano que buscó vivir su vocación en fidelidad al Evangelio, llevando una vida sencilla, de oración profunda y tratando de servir con el desafío de “sentir con la Iglesia”, como decía su lema episcopal. “El pastor debe estar donde está el sufrimiento” señalaba hacia el año 1977, en un contexto de creciente violencia política y de persecusión. En tiempos oscuros, Monseñor Romero cumplió con estas palabras, conviertiéndose en la voz de los perseguidos y siendo como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.
Esta canonización es signo de esperanza para la Iglesia, de renovación en la conciencia de que aún contamos con bienaventurados que trabajan por la paz y por la justicia, aunque se les calumnie o se les persiga.
Natalia Arévalo
Vocera de Voces Católicas