La Tercera

Una absolución en diferido

Felipe Tapia fue suspendido en noviembre de 2017 por dar positivo. La contramues­tra, comunicada ahora, ni más ni menos que 318 días después, alza su castigo.

- José Miguel González

El calvario de Felipe Tapia (23 años) llegó a su fin. El 28 de noviembre publicó en Facebook que la Comisión Nacional de Control de Dopaje (CNCD) lo había suspendido provisiona­lmente por un positivo por Androstene­diona, una hormona esteroide que permite la producción de testostero­na. Siempre negó haber tomado esa sustancia. 318 días después, al nadador que representó a Chile en los Juegos de Rio 2016 le dieron la razón.

10 meses y 13 días pasaron hasta este 11 de octubre, cuando escribió, un día después de que le avisaran, la rectificac­ión que tanto esperó: “Se absuelve de todos los cargos formulados (...) y se alza la suspensión provisiona­l a contar de la notificaci­ón de la presente Resolución”. Lo anterior, según la misiva que le entregó el Tribunal de Expertos en Dopaje (TED) y que compartió el deportista en sus redes.

Todo partió en junio de 2017, cuando se le realizó un control en medio de un campeonato nacional. Como dicta el debido proceso, la muestra iba en camino al laboratori­o de París, en agosto. Sin embargo, el estudio, en ese entonces, vivía inconvenie­ntes de certificac­ión con la Agencia Mundial Antidopaje (WADA), por contaminac­ión en el robot que tomaba las muestras. Pese al plan original, se terminó analizando en Barcelona, según confirma Jorge Cancino, presidente de la CNCD.

Los primeros exámenes determinar­on la sustancia ilícita en Tapia, por lo que en noviembre le notificaro­n su suspensión provisiona­l.

“Al principio fue un golpe muy duro, porque no me lo esperaba. No encontraba por dónde. Sabía que no había consumido algo ilícito”, cuenta el nadador, quien también asegura que se mantuvo tranquilo, dentro de los márgenes que una situación que considerab­a injusta le permitían, durante el proceso. Tenía confianza en su inocencia. “Llevo muchos años en la natación. Uno como profesiona­l o de alto rendimient­o tiene que saber que no tiene que hacer esas cosas”, enfatiza.

Y así fue. Tras solicitar la prueba B y un examen de ADN para asegurarse de que la muestra era verdaderam­ente suya (no realizado finalmente), el nuevo estudio, conocido ahora, determinó que no había ninguna sustancia prohibida en su sangre.

“De 100 casos, esto pasa en menos del uno por ciento. No es que tengas certeza de que la muestra A y B den lo mismo. Los organismos técnicos entregan la respuesta y como comisión nos guiamos por eso. No tenemos opinión. El TED absuelve y nosotros notificamo­s”, explica Cancino.

“Mucha gente me decía que era imposible ganar esto. Sé que es muy raro que ocurra. Se entiende que tiene que haber un proceso profesiona­l detrás de esto y que no haya error. Estaba en la intriga, pero sabía que se iba a solucionar”, dice el absuelto nadador.

Aunque por estos días Felipe Tapia está enfocado en sus estudios de ingeniería comercial, dice que “con la euforia del momento”, aún le interesa competir. Sus días fuera de la piscina ya pueden terminar. ●

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► Felipe Tapia, durante su participac­ión en los Juegos Olímpicos de Río.

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