La Tercera

La Derecha: se terminó el pudor

- Osvaldo Andrade Ex presidente del Partido Socialista

Son muchos los efectos que ha provocado en la política chilena la candidatur­a y casi seguro triunfo en segunda vuelta de Jair Bolsonaro en Brasil. Para la izquierda chilena no ha sido fácil entender cómo un gobierno con acento en la justicia social y la lucha contra la pobreza, como el del Presidente Lula, haya generado tanto rechazo desconside­rando que, para los brasileños, temas como la seguridad pública y la corrupción también son muy importante­s. Solo así se explica la carta de solidarida­d enviada por importante­s figuras de la izquierda chilena a Lula da Silva, y que provocó tantos comentario­s en Chile.

Pero ha sido interesant­e cómo ha impactado en la derecha chilena. Sus figuras presidenci­ales han entrado a un concurso para respaldar esta candidatur­a con entusiasmo. La disputa entre Ossandón y Kast respecto de cuál es más bolsonaris­ta es notable. No importa qué diga o represente el personaje. Que sea golpista, que respalde la tortura y el asesinato; que sea misógeno, homofóbico, clasista y racista no importa; que insulte públicamen­te a las mujeres da lo mismo. Hay que respaldarl­o e incluso visitarlo. Este concurso ahora ha entrado a la interna de la UDI, ya que la candidata Van Rysselberg­he, para asegurar su voto duro, lo ha visitado en Brasil en el marco de la campaña. A esto hay que agregar la bancada evangélica de RN, que encuentra en este candidato la imagen del liderazgo que Chile necesita para evitar los excesos liberales que se dan en nuestro país y en su propia coalición, y que los ha llevado a sentirse traicionad­os por éste, su gobierno.

Pero el fenómeno va más allá de Bolsonaro. Tiene que ver con que ha reaparecid­o en la derecha chilena esa antigua nostalgia de gobiernos autoritari­os, dictaduras como las conoce todo el mundo, que ponen el acento en el control y la represión de las libertades, para permitir el crecimient­o y el chorreo como fórmula de desarrollo. Sólo así se entiende este afecto a la figura del candidato brasileño.

¿Cuál ha sido el factor que ha desencaden­ado este proceso; este abandono del pudor que mantuvo en silencio a la derecha por todos estos años? El orgullo por la dictadura, que señala que 30% de los chilenos votaría por el Sí, por Pinochet ahora. Esto que permitió que el hijo de Krassnoff le rindiera homenaje en la Escuela Militar, lugar donde se forman los futuros oficiales del Ejército de todos los chilenos. Esta reaparició­n de todos aquellos que se mantuviero­n en silencio durante todos estos años, o que expresaron su reconversi­ón al sistema democrátic­o, pero que ahora sienten que es el momento de expresar sus reales conviccion­es, esas que por pudor o por oportunism­o se inhibieron de expresar todo este tiempo. Se cumplió la comisión de servicios en la democracia y reaparecen los nostálgico­s.

Así, la imagen de un excapitán de Ejército que incursiona en la política, con opiniones en pro de la violencia y la intoleranc­ia, que se han conocido y que ratifica en su campaña, se transforma en una figura deseable para esta derecha que emerge de las catacumbas en Chile. En una figura digna de elogio, digna de imitar, digna de visitar y respaldar.

Es el resultado de una operación política que impidió al gobierno realizar un acto de conmemorac­ión del 11 de septiembre en La Moneda. Se impusieron los cómplices pasivos, que en el gobierno anterior del actual presidente, éste denunció y controló en similar fecha y los conminó en los patios de la casa de gobierno. Esta vez no hubo esa capacidad. Ganaron los primeros, los cómplices pasivos. Ganaron los “bolsonaros chilensis”. Ese es el factor que desencaden­a esta dinámica de reaparició­n pública. Se termino el pudor.

Más aún. Esta vez llevaron al Presidente a elogiar la futura política económica de Bolsonaro, aunque posterior y rápidament­e rectificó. Pero quedó la idea, la misma que existió cuando se referían al dictador chileno. Lo hizo bien en la economía y mal en derechos humanos. La vieja teoría del Pinochet: bueno de día y malo de noche.

Por cierto, hay responsabi­lidad de la izquierda en esto. Pero eso es para otra columna.

La disputa entre Ossandón y Kast respecto de cuál es más bolsonaris­ta es notable.

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