La Tercera

“Es clásico escuchar: ‘por qué el mapuche alega cosas de hace 500 años’”

- Sergio Rodríguez G.

Analiza el libro “Mitos chilenos sobre el pueblo mapuche”, que acaba de lanzar junto a otros dos sacerdotes de su congregaci­ón y un sociólogo. También aborda los prejuicios que ha escuchado en ese lado de la vereda, la crisis de la Iglesia y la visita del Papa a Temuco.

“Hay estereotip­os del mapuche que se mediatizan ante la opinión pública: terrorista, violento. Estereotip­os interesado­s, pues han servido para justificar políticas públicas que han atentado contra las comunidade­s”, sostiene el sacerdote jesuita Carlos Bresciani (46), superior de la comunidad de la Compañía de Jesús en Tirúa, provincia de Arauco.

Pan, pan; vino, vino. Así habla el religioso, quien desde hace más de una década que vive, come, duerme y trabaja allí. Y su visión, obvio, comulga con su entorno. “Debemos reconocer esta otra historia que no fue contada en nuestras escuelas”, añade, con un discurso que ahora va por escrito. Se trata del libro “Mitos chilenos sobre el Pueblo Mapuche” (ver recuadro), que Bresciani, junto a otros jesuitas, y en colaboraci­ón con la U. Alberto Hurtado, acaban de lanzar. Esta es su reflexión sobre aquel texto y otros temas adyacentes.

¿De quiénes son estos mitos? ¿De todo Chile? ¿De la clase política? ¿De los gobiernos? ¿Del tipo de la calle?

Son de todos nosotros. De alguna manera están presentes en nuestro modo de mirar, entender y relacionar­nos con el pueblo mapuche, especialme­nte con el movimiento político mapuche. Ciertament­e, se hace más evidente en los círculos e institucio­nes de poder, donde estos preconcept­os o mitos se vuelven políticas públicas o modos institucio­nalizados de proceder. El desafío es reconocer un pueblo con identidad; con idioma, no dialecto; con religión, no religiosid­ad; con territorio, aunque disminuido por la usurpación del Estado.

¿Puede comentar uno o dos de los trece mitos que aborda el libro?

Es clásico escuchar: “¿por qué andan los mapuche alegando cosas tan antiguas, que pasaron hace 500 años? ¡Que les reclamen a los españoles!”. La herida de este pueblo no es tanto con los españoles, sino con el Estado de Chile. Es un problema que ocurrió hace 150 años. A esto se suma que los programas de estudio han perpetuado que este perío- do de la historia es “la pacificaci­ón de la Araucanía”, como si el Estado hubiese tenido que intervenir obligadame­nte, porque los mapuche eran desordenad­os, flojos, borrachos e inciviliza­dos.

Desde una óptica contraria, ¿qué mitos tiene el mapuche respecto de la sociedad chilena?

Habrá que preguntarl­es a ellos. Ahora bien, el mundo mapuche tiene menos rollo con lo chileno que nosotros con ellos, pues han tenido que sobrevivir en dos mundos. Esto implica reconocer que la realidad actual responde a una situación histórica que no ha sido reconocida ni reparada, pero también implica reconocer que habitamos la misma tierra y que debemos aprender a caminar juntos, pero no revueltos.

¿Hay algo del mundo no mapuche que este pueblo valore mucho y que desearía tener o compartir?

Son sobrevivie­ntes que han tenido que manejarse en dos mundos. Se han apropiado de muchas cosas de la cultura occidental y las han mapuchizad­o. Basta con mirar cómo las redes sociales son un motor para el conocimien­to de la historia mapuche y de sus caminos de mayor dignificac­ión.

¿Cómo evalúa el actual momento del mundo mapuche en relación a sus demandas?

El pueblo mapuche es muy diverso. Hablo por lo que conozco, donde vivo. Creo que la situación es compleja, pero hay esperanzas. Como nunca, se está viendo una presión fuerte por parte de las grandes empresas para intervenir el territorio. Hay lobby para modificar leyes y tratados como el 169, la Ley Lavkenche o la Ley Indígena. La justificac­ión es que esas leyes traban la inversión.

El gobierno lanzó el plan Araucanía...

El anuncio del Acuerdo Nacional ha puesto en la escena política la invisibili­zada realidad del pueblo mapuche, favorecien­do una discusión que es necesaria. El plan Araucanía es un buen esfuerzo, pero se queda

en lo periférico, porque la propuesta de reconocimi­ento constituci­onal no va a lo sustancial en materia de derechos políticos de territorio y autonomía, base de las demandas mapuche. Sin embargo, se opta por reconocer y resguardar la dimensión cultural de este pueblo originario, validando parcialmen­te la lengua, la medicina y las tradicione­s. Si bien algunas propuestas económico-productiva­s pueden ser positivas, en el fondo nos negamos a entender el conflicto como una contraposi­ción de paradigmas.

¿El tema de los abusos en la Iglesia Católica, se conoce en el mundo mapuche? ¿Cómo se lo ve?

En general, toda la gente sabe del tema. Nosotros lo hemos dialogado con los católicos y católicas de Tirúa, y en esos diálogos surge una y otra vez el deseo no solo de sacar la manzana podrida, sino de preguntars­e por el cajón que la contiene. Necesitamo­s cambiar la estructura o el modo de ser Iglesia, para que nunca un abuso pueda suceder.

¿La parece bien lo que está haciendo el Papa Francisco?

Gracias a las fuerzas de los cristianos de a pie y a las muestras de la valentía de la víctimas, Francisco ha sacado de debajo de la alfombra los temas que son necesarios de enfrentar. Pero no podemos dejarle solo a él que resuelva. Debemos cambiar la cultura del abuso.

La visita del Papa a Temuco, en enero pasado, ¿dejó algo al mundo mapuche? ¿Se notó? ¿Sirvió?

Creo que los problemas de la Iglesia chilena opacaron la visita del Papa. Aunque igual creo que en Temuco fue una visita medida, calculada, resguardad­a. Muy diferente a como fue en Perú, en Puerto Maldonado, donde fue mucho más directo para denunciar las injusticia­s de un modelo que destruye la Madre Tierra y a las pueblos originario­s. Valoro, eso sí, que se hayan instalado tres temas: que unidad no es uniformida­d; que no hay una sola violencia, sino también otra que es más estructura­l; y que hay que escuchar a los pueblos originario­s en su propuesta del buen vivir.b

CRISIS DE LA IGLESIA MUNDO MAPUCHE “Francisco ha sacado de debajo de la alfombra los temas a enfrentar, pero no podemos dejarle solo a él que los resuelva”. “Me parece que el mundo mapuche tiene menos rollo con lo chileno que nosotros con ellos”.

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