La Tercera

Nassim Soleimanpo­ur: las nuevas reglas del juego

El dramaturgo iraní está en Chile para el estreno de Nassim (2017), una obra sin ensayos ni director, en la línea de Conejo blanco, conejo rojo.

- Pedro Bahamondes

De niño le gustaba correr. En la pista se perdía –dice–, allí no había conflictos. Y sin embargo Teherán, la capital iraní y ciudad donde el dramaturgo Nassim Soleimanpo­ur nació en 1981, fue una de las más bombardead­as durante la guerra con Irak, que había comenzado un año antes y se prolongó hasta 1988. La ciudad se puso en pie rápidament­e, pero finalizada la guerra fue poblándose de refugiados. Son recuerdos que aún no escribe, cuenta, pero lo hará.

“Mi infancia y el contexto político no corrieron juntos. Yo fui un atleta profesiona­l cuando niño, y en mi mente hay imágenes y recuerdos míos en la pista o en reuniones sociales con otros que corrían también. Recuerdo una infancia más apegada al juego, a la comida, la naturaleza y a mi abuela que a lo político. Los niños no se rigen por ideas de izquierda o derecha, y tienen la capacidad de abstraerse y volver ambientes hostiles en mundos de fantasía. Algún día escribiré sobre todo eso, pero no es lo que más me preocupa ahora, sino la estructura del teatro”, comenta el autor en una sala del GAM, donde hoy y mañana presentará su nueva obra, Nassim (2017).

Estrenada en el Teatro Bush de Londres y con giras por Alemania, Dinamarca, Italia y Corea del Sur, Soleimanpo­ur repite aquí la fórmula de la exitosa Conejo blanco, conejo rojo (2010), que terminó de escribir cuando se negó a hacer el servicio militar en Irán. Ese año le retuvieron su pasaporte y no pudo viajar en tres años, pero su obra sí: fue traducida a 25 idiomas y estrenada en Nueva York, Londres, Buenos Aires y nuestro país el año pasado. “Conejo… fue el mensaje dentro de una botella, un intento por hacer contacto. Nassim es también un viaje pero más largo, ya no un mensaje sino la novela”, dice.

Para muchos, el éxito de Conejo… se debe además a que desordenó las fichas del tablero teatral: es autobiográ­fica, pero no se puede revelar de qué trata, y para ponerla en escena no hacen falta director, ensayos ni lecturas previas. Salvo el texto, todo ese halo de misterio rodea también a Nassim, que será interpreta­da hoy y mañana por Claudia Celedón e Ignacio Achurra.

“Un verdadero experiment­o teatral”, dijo The New York Times sobre su trabajo. “Son experiment­os, pero no quiere decir que sean un experiment­o teatral”, dice el autor radicado en Berlín. A sus espaldas, los técnicos instalan una pantalla sobre el escenario. “El teatro es una tradición muy poderosa, un paradigma, pero comienzan a aparecer otras reglas y posibilida­des. Mucha gente piensa que yo estoy contra el teatro, que hago antiteatro, y yo no intento pelear con nadie. Solo estoy obsesionad­o con las posibilida­des y cambiar las reglas del juego, como en esta entrevista. Yo podría hacerte preguntas en lugar de tú a mí. En el teatro puedo hacer que actor y público manejen la misma informació­n o que cada noche sea distinta a pesar de ser el mismo texto, por ejemplo. Eso sí es algo experiment­al”.

En farsi

Está perdiendo la vista. Sus visitas al optometris­ta han sido cada vez más frecuentes y Soleimanpo­ur, cuya voz amplificad­a en parlantes es su único rastro sobre el escenario, lamenta nunca haber leído el Hamlet de Shakespear­e. Así arrancaba Blind Hamlet, su reescritur­a del clásico que debutó en 2014, también en Londres. Más allá de la ironía, no es que Shakespear­e lo aburra, dice: “Solo me pregunto por qué celebran que hace 500 años no exista una obra mejor que las suyas. ¿Es una celebració­n del genio o de nuestra estupidez? Es imposible y me niego a creer esa mierda. Hamlet es una gran obra y de eso no hay duda, pero definitiva­mente no hemos leído algo mejor en 500 años? Indudablem­ente sí lo hemos hecho, y los teatros de la vieja escuela no invierten dinero en la escritura de nuevas obras por optar por esos clásicos”.

La historia del príncipe de Dinamarca le sirvió más bien de excusa para hacer que un público muy activo hable en farsi, su lengua nativa y la de más de 100 millones de iraníes y persas. Lo mismo ocurre a ratos en Nassim. “Soy un iraní que ha sido representa­do en más de 30 idiomas, pero nunca en farsi”, cuenta Soleimanpo­ur, quien actualment­e escribe una nueva obra para Audible, la plataforma audiolibro de Apple. Será una historia y se narrará simultánea­mente en farsi, inglés y alemán. “Ser un hombre sin patria es la razón de mi éxito, y yo pienso en la humanidad como una generalida­d. Ni siquiera me siento instalado en un lugar ni en un tiempo. Ni en el Irán en que crecí ni la Europa del Brexit en la que vivo”. ●

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► El dramaturgo iraní Nassim Soleimanpo­ur en el GAM, el jueves recién pasado.

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