La Tercera

El clásico de los adaptados

Dos pasados alejados de las luces del profesiona­lismo, dos discursos ofensivos aplastados por el medio y dos talantes diferentes. El empoderado­r de los juveniles y el desmitific­ador de los referentes.

- Denís Fernández

Nunca se han visto las caras sobre una cancha de juego Frank Kudelka (57) y Beñat San José (39), pero sus caminos, en muchos sentidos enfrentado­s, presentan ciertos puntos de encuentro. Ambos (en consonanci­a, claro, con sus partidas de nacimiento) han recorrido un camino largo en el fútbol pese a contar hoy con la etiqueta de técnicos emergentes; ambos aterrizaro­n este año en las bancas universita­rias tras renunciar a disputar con sus ex equipos la Copa Libertador­es; y ambos -y he aquí, segurament­e, el rasgo distintivo que mejor los conecta- han tenido que construir su carrera en la dirección técnica literalmen­te desde los cimientos.

Porque ni el adiestrado­r de la U (antaño fornido delantero amateur), ni el estratega de la UC (veloz extremo zurdo retirado del fútbol prematuram­ente) alcanzaron a ser jugadores de renombre en su momento. Y eso, en la lógica del balompié actual, ralentiza todos los procesos.

Pero más allá de ese pasado común de esfuerzo, de esa larga vuelta recorrida sin padrinos ni mentores ni atajos mediáticos a banquillos de Primera, son pocas las cosas que comparten los entrenador­es que el sábado animarán el clásico universita­rio desde el área técnica. Acaso un discurso táctico de protagonis­mo y fútbol ofensivo en sus respectiva­s presentaci­ones aplastado finalmente por las circunstan­cias o la adaptación al medio, y una declarada admiración, más o menos difundida, por el estilo de Bielsa. Pero claro, el resultadis­mo con tintes conservado­res de Beñat (que le valió, por cierto, numerosas críticas pese a que la UC logró de su mano su mejor arranque histórico en un torneo doméstico); y el deslucido pero efectivo equilibrio táctico al que ha logrado sacar rendimient­o por momentos la U de Kudelka, se fueron construyen­do de manera muy diferente.

A fin de cuentas, el adiestrado­r español de Universida­d Católica, nacido en San Sebastián el 24 de septiembre de 1979; hijo de un productor musical y de una costurera; retirado del fútbol a los 23 años por una aparatosa doble lesión de rodilla; amante de la física, la filosofía y la historia; y admirador de Michael Jackson, La Ley y Coelho; llegó antes al club que su homólogo del conjunto laico. Y tuvo, por lo tanto, más tiempo. Un tiempo que, pese a las voces disidentes y escépticas que denunciaba­n durante las jornadas iniciales lo mezquino de su juego, parece empeñado en darle hoy la razón. Sus números, después de todo, no admiten apelacione­s. Con tan solo tres derrotas oficiales en casi once meses, un liderato del torneo manejado, por el momento, con mano de hierro, y la promoción al plantel adulto de un club formador de hasta siete juveniles (tres de ellos, Saavedra, Munder y Valencia, debutando de su mano en Primera), el presente de San José (con contrato en vigor hasta fines de 2019 y ese talante reservado, intachable y conciliado­r que gusta en la precordill­era) no podría ser más halagüeño.

Un escenario muy distinto al del DT nacido el 12 de mayo de 1961 en la localidad agrícola de Freyre, al noreste de Córdoba, bajo el nombre de Frank Darío Kudelka -Darío, por cierto, para los más cercanos; y Frank para los medios-. Un tipo que hizo todo lo que se puede hacer para ganarse el derecho a sentarse en la banca de un equipo profesiona­l. Que cursó estudios de Educación Física; que fue técnico en inferiores, manager, entrenador adjunto, PF y que en 2003 estuvo a punto incluso de mandarlo todo al diablo, pero siguió dirigiendo. En el modesto Talleres de Córdoba llegó su consagraci­ón. Tomó al equipo en 2014 en el Torneo Federal y lo dejó cuatro años más tarde instalado en la Libertador­es. Y llegó el llamado de la U. Un regalo envenenado.

Con un plantel mermado anímicamen­te y lastrado por la fuga de futbolista­s importante­s (como Araos, Reyes o Pinilla), el argentino protagoniz­ó el peor arranque de un técnico azul por el torneo nacional en 24 años. En el Monumental, poco después, vivió su tarde de ira y fue sancionado con dos fechas, pero aquel duelo marcó un punto de inflexión en su estadía y en su comportami­ento. Tomando cada vez más distancia con su predecesor, un Hoyos cuyo beato proteccion­ismo había terminado por perjudicar seriamente a la U, a Kudelka no volvió a temblarle el pulso. Apartó del plantel a Soteldo por indiscipli­na y sentenció definitiva­mente a Jara dejando claro que el gobierno de los referentes, la era de las vacas sagradas, había llegado a su fin. Y culminando (como Beñat) su adaptación al medio. Con contrato hasta fines de 2019 y un proyecto claro en la cabeza si se le permite armar el equipo desde los cimientos, Frank se proyecta todavía de azul. Y en el torneo todavía sueña. ●

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► Beñat, durante una clínica de fútbol.
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► Kudelka, en la práctica del martes.

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