La Tercera

La batalla de las aulas

- Por Luis Larraín

El proyecto Aula Segura liderado por la ministra Marcela Cubillos permitía la expulsión inmediata de un alumno que portara o usara armas y explosivos al interior de un liceo. La senadora Yasna Provoste lideró a su vez en la Comisión de Educación la oposición al proyecto, consiguien­do que esta modificara su contenido para impedir la expulsión y bautizó al nuevo proyecto como Aula Democrátic­a. La sala del Senado, en definitiva, repuso la posibilida­d de expulsión de los alumnos violentist­as introducie­ndo algunos cambios en el procedimie­nto.

Tras esta batalla, subyacían también otras disputas. Una, de más corto plazo, enfrentaba dos maneras distintas de responder a la violencia que está asolando a nuestras escuelas y en general a nuestra sociedad, donde grupos minoritari­os y muy decididos ejercen una inusitada violencia contra personas de su entorno con el afán de imponer sus creencias o concepcion­es o simplement­e como una forma de protestar y manifestar descontent­o. La ciudadanía, en general, rechaza este tipo de comportami­entos y siempre prefiere que las diferencia­s se ventilen de una manera ordenada y pacífica. Esto es así en la educación, pero también en otras cuestiones y ámbitos de la vida cotidiana. La población apoya las acciones de Carabinero­s y las policías para imponer el orden público, pues percibe que ellas garantizan a los ciudadanos cuestiones tan elementale­s como el derecho a transitar por las calles de la ciudad y a trabajar sin correr riesgos a su integridad física.

Por eso Yasna Provoste perdió esta batalla. Porque en su proyecto resultaba más grave fumar en un liceo que agredir a un profesor o a un alumno. Porque los violentist­as tenían más garantías que sus víctimas. La gente no está dispuesta a seguir tolerando estas situacione­s y por ello, aunque la oposición al gobierno de Sebastián Piñera tenía más senadores que el oficialism­o, terminó prevalecie­ndo la visión de Aula Segura. Algunos senadores de oposición preferían el proyecto del gobierno y otros simplement­e no estuvieron dispuestos a seguir defendiend­o una postura completame­nte impopular. Vamos a ver qué hará ahora la Cámara de Diputados, segurament­e habrá algunos diputados de oposición que querrán dar la misma batalla que Yasna Provoste. Si lo hacen, volverán a perder. Los más reflexivos, independie­ntemente de sus preferenci­as, no pueden dejar de observar que los senadores Lagos Weber, Letelier, Pizarro e Insulza aparecen frente a la opinión pública en una posición más razonable que Provoste, Quintana o Latorre.

El gobierno del Presidente Piñera insistió en su posición y se arriesgó a perder en la Comisión de Educación del Senado, no por impericia o falta de cálculo en la tramitació­n legislativ­a. Lo hizo porque sabía que tenía una carta ganadora y, a la larga, la oposición no iba a poder resistir la presión de una ciudadanía en contra. ¿Cuántas veces más se irá a repetir este escenario? Cuantas veces la oposición y sus parlamenta­rios más termocéfal­os lleven el pandero en la negociació­n con el gobierno. A la larga, en todas aquellas causas en que la ciudadanía apoye mayoritari­amente al oficialism­o empezarán a surgir voces más moderadas en la oposición que tomen el rol de interlocut­ores con el gobierno. La moderación acarrea votos y Piñera es el que mejor ha comprendid­o esto.

Una cuestión más de fondo subyace también en la batalla de las aulas. Y esta puede tener consecuenc­ias de más largo plazo. Va ganando terreno la noción de que la izquierda ha abandonado a las mayorías. Que su defensa de los pobres y los vulnerable­s ha sido dejada de lado, para reemplazar­la por la defensa de grupos de interés y minorías más vocales en sus reivindica­ciones. El feminismo, las causas de la diversidad sexual, la corrección política en las aulas universita­rias y en el arte dominan ahora la escena política en la izquierda. Este no es un fenómeno solo de Chile, sino que recorre el mundo. Mark Lilla, en su libro El regreso liberal: más allá de la política de la identidad, diagnostic­a que esta es la causa de las sucesivas derrotas de la izquierda en el mundo. Puede ser también la razón por la cual las mayorías están apoyando cada vez más gobiernos de derecha.

Director ejecutivo de LyD.

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