La incansable mujer que murió buscando
Ana González falleció ayer, a los 93 años. Diversos sectores destacaron su trayectoria en la defensa de los DD.HH. y la búsqueda de verdad y justicia.
“Mi abuela Ana está internada, en urgencia, y como no hay camas la dejan hospitalizada en la camilla de la ambulancia. Por la cresta. Cero dignidad para nuestros viejos”, fueron las desesperadas palabras de Lorena Díaz, nieta de Ana González (93 años), la histórica dirigente de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Con las primeras horas de ayer, el mundo se enteraría de la muerte de la mujer que dedicó más de cuatro décadas a la defensa de los derechos humanos.
Oriunda de Tocopilla, debió resistir uno de los episodios más crueles ocurridos durante los años de Pinochet. El 29 de abril de 1976, agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina) detuvieron a dos de sus hijos, Luis Emilio y Manuel, y a su nuera Nalvia, esposa del mayor y quien se encontraba embarazada. Al día siguiente, fue el turno de su marido, Manuel Recabarren. Ninguno volvió.
Ese golpe no amilanó su lucha contra el gobierno. Un año antes ya había participado en la fundación de la AFDD y, tras un período de exilio, dedicó sus días a exigir la defensa de los derechos humanos.
Imborrable fue la carta abierta que escribió al entonces comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, pidiendo que la institución entregue información sobre el destino de los desaparecidos durante el régimen militar. “Cuando niña, aprendiendo de nuestra historia patria, se me grabó el gesto del Almirante Miguel Grau, al devolver a la viuda de nuestro héroe Arturo Prat, sus cartas y pertenencias. Qué nobleza, y era el enemigo. ¿Por qué a nosotros no nos devuelven los huesos de nuestros amados, chilenos que fueron masacrados por otros chilenos? Le aseguro que el país avanzaría por el camino del honor, la grandeza y la recuperación de su salud mental. Me niego, como ciudadana de este país, a que tanto crimen siga en la impunidad, a que nuestro dolor siga ignorándose y se nos niegue lo más elemental: Verdad y Justicia, nada más pero nada menos. En Santiago, a 19 días del mes de Abril de 2007, a tres días de cumplirse el 31 aniversario de la detención y desaparición de los míos”, decía González en uno de los párrafos de aquella misiva.
Pese todo el dolor que cargaba, Ana González nunca escondió una sonrisa para quien buscaba un gesto de apoyo. “Siempre estuvo pre- sente, irradiaba mucha esperanza, mucho cariño, a pesar de la tragedia que tenía como persona”, recuerda Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares Ejecutados Políticos (AFEP).
La directora del INDH, Consuelo Contreras, destacó el legado que deja la ex dirigenta. “Reconocemos en Ana González los más altos valores como son la dignidad humana, el amor y la solidaridad con las miles de víctimas de la dictadura. Dedicó su vida para conocer la verdad y para no dejar impunes los crímenes de los que fue víctima en carne propia. Como INDH sentimos profundamente su partida y reconocemos su legado”.
La subsecretaría de Derechos Humanos, Lorena Recabarren, destactó que “su lucha fue particularmente especial, porque ella sufrió en carne propia ser víctima de no solo uno sino que cuatro familiares detenidos desaparecidos”. Y añadió que “la historia y la trayectoria que tuvo la señora Ana González en relación a la defensa de los derechos humanos, en relación a los delitos cometidos durante la dictadura, va a ser algo que nuestro país va a recordar”.
También, la expresidenta, Michelle Bachelet, grabó un video para despedirla: “Querida Ana, has partido, pero seguirás siempre en nuestros corazones, y en el de miles de chilenos por tu abnegable lucha, por todos nosotros, por los derechos de todos, por la justicia, por tu familia. Te queremos mucho”.
Los últimos días la ex dirigenta se sintió cansada. Agotada, decía. Contó que sentía mucho dolor. Esta semana sus familiares intentaron frustradamente encontrar una cama para hospitalizarla, en algún centro de Santiago. Lo lograron la noche del jueves, en el Hospital San José, donde falleció ayer, a las 9.30 tras una falla multisistémica.
Ayer, fue velada en su casa, en el paradero 16 de Santa Rosa, donde se montó un escenario artístico y vallas blancas para guiar el ingreso de las decenas de personas que llegaron a despedirla a su pieza de color rosa y que mira hacia un parrón. En el otro costado, un velador exhibía las fotos de los cuatro familiares que vio por última vez en 1976. ●
“Chile te recordará por tu gran valentía y por tu defensa a los Derechos Humanos”.
MICHELLE BACHELET
EXPRESIDENTA