La Tercera

El Perú actual a través de la lupa de sus narradores

- Por Alejandro Tapia

Ha sido un año movido para Perú. En marzo renunció Kuczynski, luego asumió un desconocid­o Martín Vizcarra, se anuló el indulto a Fujimori y Keiko cayó presa. Seis autores peruanos, varios de los cuales estarán en Santiago para participar en la Filsa, hablan con La Tercera sobre qué viene ahora.

Perú aún se divide entre fujimorist­as y antifujimo­ristas ¿Por qué lo que haga o no haga Fujimori, su hija Keiko o Kenji siempre suele remecer a la política peruana?

Primero hay que aclarar que el fujimorism­o no es una ideología, es un movimiento carente de ideas. Lo que Fujimori hizo como gobernante fue proponer soluciones bajo sus propias leyes. Ahora que se estrecha el cerco judicial hacia Keiko, es probable que sus seguidores la abandonen. Porque las dictaduras, en Chile saben un poco de eso, no se acaban cuando el dictador muere o sale del poder, quedan las secuelas como una larguísima resaca. Y quedan los herederos de la tiranía y de los que resistiero­n. La reconcilia­ción solo pasa por la reparación sin condicione­s. Por sus propios méritos. Ellos representa­n a un sector de la sociedad rabiosamen­te derechista: religiosos conservado­res, liberales económicos radicales y ciudadanos que ven en la izquierda todas las plagas de los años 80, como la violencia y la hiperinfla­ción. Con ese perfil, los Fujimori viven enfrentado­s a casi todos los demás sectores.

Al menos desde afuera, se ha visto como algo positivo el paquete de reformas que ha implementa­do Martín Vizcarra ¿Es un avance?

El juego de la política en el Perú se ha vuelto tan complejo que es muy complicado saber el efecto que producirán las medidas que toman sus actores. ¿Por qué Vizcarra no fue hasta el final cuando pudo disolver el Congreso y convocar nuevas elecciones? Es como una lucha entre la civilizaci­ón y la barbarie. Vizcarra empezó mostrando una postura de consenso con la oposición que la ciudadanía le afeó, le cuestionó, porque sin duda no se puede dialogar con la mafia. Dio un giro y en los últimos tiempos ha sido mucho más explícito en su confrontac­ión con el fujimorism­o. Ahora hay una guerra abierta entre ellos.

Vizcarra ha pasado de Presidente accidental a estrella inesperada. La razón es una mezcla de audacia y casualidad. El mayor partido político del Perú es el antifujimo­rismo. Pero es un partido sin líder. Además, tuvo suerte: el fujimorism­o se dividió y desacredit­ó como nunca antes.

Después de la debacle fujimorist­a en 2000, Perú se transformó en la “estrella emergente” del continente. ¿Cuánto hay de mito y de verdad en esta aseveració­n?

El Perú es un país atractivo para los inversioni­stas porque saben que ahí todo se vende y todo se compra. Odebrecht lo ha demostrado. ¿Cambiará algo? Lo veo difícil porque se trata de estructura­s de poder que permanecen. Nos han vendido la idea de que es inevitable que unos cuantos millones de personas se jodan para que el resto podamos salvarnos. El liberalism­o y el capitalism­o ultra tienden a hacernos creer que el “desarrollo” es una tarjeta de crédito o un televisor de plasma o el microclima de un mall. Otras y otros creemos, sin embargo, en una distribuci­ón más justa de la felicidad, no del consumo. Y para eso hay que reclamar derechos. Durante décadas, el Perú fue un país de extremos. Y cada extremo llevó a una catástrofe: la izquierda, a la crisis. La derecha, a la dictadura. Después de eso, la desconfian­za nos ha vuelto un país muy moderado: la gente quiere libre mercado, sobre todo, para que el Estado no tenga demasiado poder. Pero también quiere democracia, para poder cambiar al presidente.

¿Qué libros de autores peruanos podría recomendar sobre las historias cotidianas que se construyen a diario en Perú y que sirvan como reflejo de la política local de los últimos años?

La Biblioteca Fantasma de David Hidalgo es el libro que más me ha impresiona­do este año y me parece clave para entender cómo funciona el Perú y el valor que damos a lo que puede definir nuestra identidad. Se trata de un reportaje sobre el expolio que sufrió la Biblioteca Nacional durante años. La domesticac­ión de las mujeres, de Maria Emma Manarelli; Los Rendidos, de José Carlos Aguero; De dónde venimos los cholos, de Marco Avilés; Un golpe de dados, de Victoria Guerrero; La voluntad del molle, de Karina Pacheco; Rostros de violencia, rostros de poder, de Mónica Carrillo.

Los autores se han puesto a contar lo de antes. Porque no estaba contado. No teníamos las historias de los participan­tes en nuestra propia guerra interna de los 80, por ejemplo. Han surgido libros de hijos de senderista­s -Los Rendidos de José Carlos Agüero- y de militares -La distancia que nos separa, de Renato Cisneros.

Creo que puede verse este escenario en el contexto histórico más amplio -y que se da creo en todos los países- en los cuales facciones opuestas se enfrentan. En el Perú el siglo XX, por ejemplo, está marcada por el aprismo y el antiaprism­o, sobre todo, pero también por el comunismo y el anticomuni­smo. Los únicos responsabl­es de que los reflectore­s no se aparten de ellos son ellos mismos. Sus divisionis­mos internos, su permanente sabotaje del Estado de derecho, su innegable vínculo a personajes asociados al delito común, su absoluta falta de autocrític­a y su tendencia a la victimizac­ión, han convertido a la familia Fujimori en la protagonis­ta permanente de malas noticias. Es un tipo de pensamient­o muy básico que se ha nutrido de los miedos, así como de la decadencia del sector educativo donde todo el objetivo se dirige a ser “emprendedo­r”, “exitoso”, “competitiv­o”; con un discurso donde el pensamient­o crítico brilla por su ausencia. Creo que más que las reformas, el gran éxito de Vizcarra está en que ha sabido conectar con la ciudadanía y con el peruano de a pie. Su decisión para luchar contra la corrupción y la propuesta de ir a un referéndum para algunos temas clave dan la esperanza de que sí podemos avanzar.

Sí, pero un avance a medias. Se trata de reformas que sintonizan con el pedido de la ciudadanía de adecentar la clase política, pero algunas de ellas muestran ligerezas constituci­onales que han suscitado un tedioso debate en el Congreso. En todo caso, lo que se destaca en Vizcarra es el cambio de actitud. Es un avance muy significat­ivo. Si Vizcarra no daba esos pasos decididos, su gobierno, y por tanto la mínima estabilida­d democrátic­a en el Perú, estaría al borde del abismo. El fujimorism­o acorraló a su antecesor Kuczynski desde el mismo día que asumió el gobierno, y este una y otra vez cedió a sus pretension­es hasta verse arrinconad­o. En el Perú solemos ser muy críticos con lo que sucede pero creo que teniendo la posibilida­d de vivir fuera, te das cuenta de que la imagen del Perú ha crecido mucho. Diré lo que dice mi papá, que a sus sabios 88 años, ha visto mucho y pese a todo lo que resta por hacer, cree que el Perú nunca estuvo mejor que ahora. Todo mito nace de una cierta verdad, pero toda verdad, para mantenerse, necesita también erigir su propia mitología. En efecto, la economía peruana, sobre la base del crecimient­o de una clase media emprendedo­ra, se convirtió en un modelo regional. No creo exagerar si digo que éramos más solidarios cuando nos iba mal.

Hubo una relativa estabilida­d política y un marcado crecimient­o macroeconó­mico que se expresa sobre todo en el incremento del consumo en las ciudades y en el surgimient­o de numerosas pequeñas, medianas y grandes empresas en sectores muy diversos, incluido el editorial. La guerra que hicieron para mí, de Carlos Freyre, que es militar y que incluso ha vivido en el VRAEM enfrentánd­ose al terrorismo, es una excelente forma de entender las complejida­des del país; y Ciudadanos sin República de Alberto Vergara para encontrar preguntas y respuestas sobre la política peruana. Curiosamen­te pienso en libros sin ficción, como Ciudadanos sin República, de Alberto Vergara, el mejor politólogo de su generación; Historia de la corrupción, del historiado­r Alfonso Quiroz; Nos habíamos choleado tanto, del psicoanali­sta Jorge Bruce; y Los Rendidos, de José Carlos Agüero. Aprendiend­o a vivir se pasa la vida , de Carlos Iván Degregori; Los Rendidos, de José Carlos Agüero; Violencias fundaciona­les. Etnicidad, racismo y nación en el Perú de Cecilia Méndez; Atravesar el silencio, de Francesca Uccelli, Tamia Portugal, José Carlos Agüero y María E. Pease.

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► Una mujer solitaria protesta contra la corrupción en Perú.
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SANTIAGO RONCAGLIOL­O
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GABRIELA WIENER
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SERGIO GALARZA
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ALEJANDRO NEYRA
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KARINA PACHECO
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RENATO CISNEROS

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