La masiva huida desde el triángulo del Norte a EE.UU.
La pobreza, la violencia y la falta de trabajo en Honduras, El Salvador y Guatemala, explican en parte la actual caravana de migrantes.
“No nos vamos porque queremos, nos expulsa la violencia y la pobreza”. Con ese lema partió la caravana de migrantes desde San Pedro Sula, en Honduras, el 13 de octubre con destino a Estados Unidos y que hoy reúne a más de 7.000 personas en México. El llamado “vía crucis migrante”, ha puesto al descubierto, una vez más, la cruda realidad de los países del triángulo del Norte (Honduras, Guatemala y El Salvador) que poseen las cifras más altas de violencia y pobreza de Centroamérica.
Es en toda esta zona donde operan las pandillas -Barrio 18 y la Mara Salvatrucha 13 o MS-13— y sus redes delictuales. San Pedro Sula y Tegucigalpa figuran en las listas de las 50 ciudades más peligrosas del mundo.
En lo que va de este año se han registrado 3.242 asesinatos en Guatemala, 2.727 en El Salvador y 2.389 en Honduras. La tasa de homicidios en El Salvador es la más alta de Centroamérica, con 60 por cada 100.000 habitantes en 2017. Eso sí, hace un par de años el panorama era aún peor, ya que en 2015 la tasa alcanzaba los 103 y en 2016, de 82 por cada 100.000 habitantes, según el Ministerio de Seguridad.
En el caso de Honduras, la tasa de homicidios en 2017 fue de 43,6 por cada 100.000 habitantes, mientras que en 2016 fue de 59,1, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma. Más abajo aparece Guatemala con 26,1 homicidios por cada 100 mil personas en 2017 y 27,3 en 2016, según la policía.
Las pandillas afectan transversalmente a la población, especialmente en Honduras. Los hombres y niños que no se unen a las maras (pandillas) pueden poner en peligro su vida, mientras que las mujeres que rechazan una relación amorosa pueden ser asesinadas. “Además, las pandillas secuestran y extorsionan con el impuesto de guerra (una cantidad de dinero que piden a cambio de protección) y muchos de la caravana se fueron por eso”, señala a La Tercera, Ricardo Puerta, experto hondureño.
Pobreza y desigualdad
En Honduras, el 59% de la población no tuvo trabajo en 2017, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, tener empleo no significa acceder a una mejor calidad de vida, debido a que el ingreso promedio es de US$ 120 y la mayoría sobrevive con las remesas que envían parientes desde EE.UU.
Una realidad no muy distante a la de El Salvador, donde el ingreso per capita es de US$ 324. Además, posee los niveles de pobreza y desigualdad más altos del Triángulo del Norte: a uno de cada tres salvadoreños no le alcanza para vivir.
Para Jordán Rodas, procurador de DD.HH. en Guatemala, la pobreza limita las oportunidades desde la niñez. “La pobreza origina problemas como la desnutrición crónica. Uno de cada dos niños guatemaltecos, es decir, el 47% de los menores de cinco años lo sufre, lo cual limita sus cerebros para cuando tengan la oportunidad de estudiar. Lo más lamentable de la migración es la inacción e indiferencia del Estado”, dijo a La Tercera.
Estas razones empujan a miles de menores de edad a migrar sin compañía buscando una nueva vida o una reunificación familiar, especialmente cerca de las fiestas de fin de año. Desde enero, las autoridades migratorias de México y Estados Unidos han deportado más de 1.900 niños y adolescentes a El Salvador.
“La razón por la que organizaron la caravana es porque están asfixiados por la inseguridad y la pobreza. Algunos nos dicen ‘o nos quedamos y morimos en nuestra tierra o salimos a buscar una oportunidad”, explica a La Tercera Estela Jiménez de la Organización Ángeles Sin Fronteras que gestiona la llegada de la caravana en la frontera de EE.UU.b