“Fue un hito del desencanto del período”
1 No recuerdo cómo llegó a mí, pero recuerdo haberla empezado en un bus, saliendo de Antofagasta. Y recuerdo cómo el desierto se fue metiendo en la novela o la novela se fue metiendo en el desierto hasta que desapareció el paisaje. La energía apabullante de Los detectives salvajes se tragó todo. Y una de las cosas que más me sedujo entonces fue el cruce múltiple que había ahí: entre la prosa y la poesía, entre el horror y la pasión extrema, entre lo documental y lo ficcional, entre la historia con mayúsculas y la microhistoria.
2 La sigo valorando como una novela absolutamente libre, que huye de cualquier encasillamiento fácil. Hoy la veo como una especie de hito en la sensibilidad defraudada del período. Tal como ha dicho Grínor Rojo, en la literatura de Bolaño podemos ver las huellas de una doble pérdida. O, más bien, la pérdida de un doble ideal: de las vanguardias artísticas y de las vanguardias políticas. Eso es muy claro en Los detectives salvajes y en cierta forma rompe con las representaciones tradicionales del desencanto y el escepticismo.
3 La plasticidad de la escritura de Bolaño, su oído privilegiado, su intensidad, su riesgo, la capacidad de integrar lo contemporáneo con la tradición, su mundo y su estética, en definitiva, son tan propios que no puede ser imitado. Pero sí puede ser expandido. El despeine que validó Bolaño, la posibilidad de hacerlo todo, tal vez sea su influencia más perdurable.