“Liberó a toda una generación”
1 Lo leí el 2000 porque Ignacio Echevarría me habló de él en el patio de MACBA en Barcelona (tomando cerveza con gaseosa de limón). Yo, que soy muy envidioso, le dije “ya, pero no es Chéjov”. Y efectivamente no era Chéjov sino algo más enviciante y conocido y desconocido a la vez: la última novela de la Onda mexicana (José Agustín, Gustavo Sainz ), que llevaba esa generación fantasma a posibilidades que los hechos posteriores al 68 no lo dejaron llegar. Era una novela insoportable porque los personajes no dejaban de acostarse entre ellos y leer poesía y yo sólo hacía lo segundo y despreciaba a los que hacían lo primero.
2 Era una novela rupturista del tipo de novela, bastante convencional, que se hacía en ese entonces: realistas, corregidas y pudorosas. Era un retorno cierto a una novela anterior, que no era el boom sino la novela de la Onda mexicana con que curiosamente nadie identifica a Bolaño. Una generación que tiene en Chile a Skármeta, Délano (Poli) y Dorfman. Bolaño mira esa generación desde la distancia de su fracaso (exilio, ambigüedad ideológica) y da una versión de ella completamente irónica que es también un homenaje a una juventud que no fue.
3 Yo creo que liberó a toda una generación que la leyó. Le dio la sensación de que se podía escribir así no más, de lo que vives, que puede ser justamente el advenimiento de la literatura en tu vida. Eso es liberador, y está bien, aunque quizás a la larga uno quisiera que no se tomaran tantas libertades, o por lo menos no todos.