“Un remezón que viví muy pocas veces”
1 Recuerdo que terminé de leerla y llamé por teléfono a un compañero de colegio que la estaba leyendo en ese mismo tiempo, o que quizá la había terminado en esos días. Y estuvimos hablando toda esa tarde del libro, de Belano y Lima, de Cesárea Tinajero, de los cientos de personajes que aparecen en el medio de la novela Fue un remezón que he experimentado muy pocas veces. Terminé la novela y me dieron muchísimas ganas de escribir. Era el verano de 2004, enero. Yo tenía 17 años y Bolaño llevaba muerto sólo unos meses, pero su nombre y esta novela en particular aparecía por todos lados. El vértigo y el entusiasmo que transmitía es algo que nunca he olvidado.
2 Creo que fue un libro que desordenó por completo a la narrativa chilena, que venía escribiendo unos libros muy correctos, muy predecibles, y su aparición cambió el panorama, abrió rutas de lectura. Además, le recordó a los narradores chilenos cuán importante era volver a la poesía.
3 Hace 10 o 15 años, cuando le preguntabas a los más jóvenes qué leían, Bolaño — y Los detectives salvajes— estaba muy presente. Pero hoy el nombre de Bolaño no aparece entre sus lecturas principales. No sé qué pasó. Sí sé que Los detectives planteaba un juego primordial con las formas, con las estructuras narrativas, y esa apuesta, ese preguntarse por cómo se cuenta una historia, es algo que no permeó a las nuevas generaciones de narradores chilenos. Algo se perdió en el camino, y creo que es urgente recuperarlo.