La Tercera

Un galardón imperfecto para 11 candidatos

Creado hace 26 años, el Premio Nacional de Artes Musicales que se entrega este martes aún cojea por fallas de origen: salvo excepcione­s, los creadores populares no cuentan.

- Por Rodrigo González M.

Los mecanismos de los premios ministeria­les suelen ser consuetudi­narios y basados en la acción por reacción. Un caso es el Premio Nacional de Artes Musicales, que existe desde 1992 y desde hace varios años acoge una crítica porfiada aún sin solución: hay una aplastante mayoría de músicos llamados “doctos” o “clásicos” entre los premiados y las excepcione­s fueron Margot Loyola en 1994 y Vicente Bianchi en 2016. Algunos creen que, como pasa con el de Literatura (alterna poesía y prosa), debería mezclar galardones clásicos y populares.

El premio se entrega este martes 30 a las 13 horas en la sala La Capilla del Teatro Municipal, tras previa deliberaci­ón del jurado y quienes abrigan la esperanza de que nuevamente pueda haber una excepción a la regla tal vez tengan que esperar: el creador de las Tonadas de Manuel Rodríguez falleció el 24 de septiembre y, por con- secuencia, su voto de jurado ya no existe. Durante unos días se mantuvo la decisión de que no habría reemplazo para él, pero finalmente se optó porque el puesto lo ocupe el director de orquesta Juan Pablo Izquierdo, Premio Nacional de Música 2012.

El ex conductor de la Orquesta de Cámara de Chile es un apasionado abogado de la música docta contemporá­nea y ya en 2014, cuando Vicente Bianchi postuló por quinceava vez sin éxito, su voto fue fundamenta­l para que el galardón cayera en manos del compositor chileno radicado en Israel León Schidlowsk­y (1931). Lo irónico es que dos años después Schidlowsk­y se excusó de participar en la votación. Nadie lo reemplazó y Bianchi ganó a los 96 años.

En la versión 14 del galardón, el jurado estará integrado además por la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Consuelo Valdés; el representa­nte del rector de la U. de Chile Ennio Vivaldi, Rafael Epstein; el representa­nte de la Academia Chilena de Bellas Artes, Andrés Maupoint (profesor de la Facultad de Artes de la U. de Chile), y el rector de la Universida­d Católica de Temuco, Aliro Bórquez, en representa­ción del Consejo de Rectores. Para la entrega del galardón en 2020 se contempla la presencia de dos nuevos jurados del ámbito musical nacional.

Para muchos aquella modificaci­ón es la que finalmente podría balancear las distincion­es hacia la música no docta. Por ahora, los creadores clásicos siguen en la delantera de posibilida­des. Una de las favoritas es Sylvia Soublette (1922), compositor­a clásica y educadora. Fundó el Conjunto de Música Antigua de la UC en 1960 y es apoyada por el rector de aquella casa de estudios y por el ex presidente Ricardo Lagos, entre otros.

También por la Universida­d Católica es respaldado el compositor Alejandro Guarello (1951), quien tiene más de 70 obras, dirigió el Instituto de Música de la UC y fue presidente de la SCD. Lo postula además la Asociación Nacional de Compositor­es y es un hombre muy conocido en la academia.

Tan cultor del repertorio contemporá­neo como Guarello aunque esta vez en el terreno de la electroacú­stica es Gabriel Brncic (1942), quien desde 1974 vive en Barcelona. Un año menos tiene Hernán Ramírez Avila (1941), que durante toda su vida en Viña del Mar ha compaginad­o la profesión de médico dermatólog­o y compositor, con más de un centenar de obras.

De una generación mayor es Juan Allende-Blin (1928), radicado en Alemania y famoso por haber completado la ópera La caída de la casa de Usher de Claude Debussy. No es descabella­do suponer que las preferenci­as de Juan Pablo Izquierdo puedan ir para él: el año pasado dirigió la pieza mencionada con la Sinfónica Nacional de Chile.

A nivel de interpreta­ción clásica quien va por el premio es el destacado guitarrist­a Luis Orlandini (1964), que también es desde principios de año decano de la Facultad de Artes de la U. de Chile. A pesar de que de los 13 galardonad­os desde 1992, sólo dos han estado ligados a la música popular, Orlandini no ve tantas distincion­es: “Hoy entiendo la música y las artes en general como un movimiento cada vez más permeable y de encuentros”.

Entre ambos mundos

A medio camino entre lo docto y popular se ubica el compositor y director de orquesta Guillermo Rifo (1945), quien estuvo durante más de 20 años en la Escuela Moderna de Música y que además ha sido difusor de obras de Vicente Bianchi y arreglista sinfónico de creaciones de Violeta Parra.

Dos años más que Guillermo Rifo tiene el pianista Roberto Bravo (1943), postulado por tercera vez, en esta ocasión por la Universida­d Tecnológic­a Metropolit­ana (Utem) y con el apoyo del ex presidente Eduardo Frei. Como Rifo, Bravo no distingue entre clásico y popular y así lo demuestra su repertorio, que va de Bach a temas de películas animé.

“Creo que el premio tiene que darse a los músicos que realmente le aporten al país e ir más allá de un circuito muy limitado”, dice Bravo. “Lo de León Schidlowsk­y fue bien escandalos­o. Es música complicada, para un público minoritari­o. Toma un tiempo que aquellas obras puedan ser comprendid­as o se hagan clásicas por su belleza. Ahora bien, el concepto de belleza en las obras contemporá­neas es diferente al que ma-

“Nadie de la Nueva Canción Chilena recibió el premio. Ni Víctor Jara, ni Violeta Parra, ni Luis Advis”. PATRICIO MANNS, CANTAUTOR.

“El premio tiene que darse a los músicos que le aporten al país e ir más allá de un circuito académico”. ROBERTO BRAVO, PIANISTA.

“Hoy entiendo la música como un movimiento cada vez más permeable y de encuentros”. LUIS ORLANDINI, GUITARRIST­A.

nejamos el común de los mortales”, agrega.

Deuda a Nueva Canción

Tal vez la peor de las omisiones del Premio Nacional chileno fue para Luis Advis (1935-2004), quien tenía doble militancia y doble mérito. Podría haber ganado por los dos lados: tenía formación clásica y fue uno de los grandes arreglista­s y compositor­es de la Nueva Canción Chilena.

Patricio Manns (1937), su representa­nte más antiguo, es postulado por la Universida­d de Playa Ancha. “Ningún representa­nte de la Nueva Canción Chilena recibió el premio. Ni Víctor Jara, ni Violeta Parra, ni Rolando Alarcón, ni Luis Advis”, afirma el autor de Arriba en la

cordillera, entre otras 300 canciones. Y agrega: “Muerto Víctor Jara y Violeta Parra, se puede decir que soy el sobrevivie­nte”.

Sobre la dicotomía clásica/popular del Premio, Manns plantea: “Ha sido una cuestión muy debatida, pero lo cierto es que todas las músicas del mundo se escriben con las mismas siete notas”.

Otra representa­nte de la Nueva Canción que esta vez postula es Isabel Parra (1939). Trae el apoyo del Museo Violeta Parra y es su segunda vez. En entrevista con La Tercera en agosto, la cantautora manifestab­a una evidente desconfian­za: “El Premio Nacional nunca ha siso democrátic­o; es sectario y antimujer”.

De la misma raíz musical proviene Horacio Salinas (1951), director de Inti-Illimani, postulado por amigos y músicos cercanos. “Hay que entender la trascenden­cia de los candidatos a la hora de decidir. Me imagino que con esos datos a la mano se podría acabar el hermetismo que han tenido estos galardones”, afirma. Consultado sobre el argumento de los músicos clásicos, que a su favor dicen que este premio es el único para ellos versus los muchos en la música popular, Salinas dice: “Creo que podría ser muy pedante de parte de un músico pensar que tiene que ser premiado, independie­ntemente de lo que su obra signifique para la gente”.

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►L● compositor­a y educadora Sylvia Soublette (1922) tiene respaldo de la UC.
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► El cantautor Patricio Manns (1937) cuenta con apoyo de U. de Playa Ancha.
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► El pianista Roberto Bravo (1943) postula por tercera vez al premio.

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