FLOJERA Y DESPROLIJIDAD
Se viene la cuarta pausa en lo que va de la segunda rueda del fútbol chileno. Ahora serán dos semanas por fecha FIFA y final de Copa Chile. Como si no bastara con esos recesos y la idea fuera restarle aún más continuidad al torneo, la ANFP confirmó que la fecha de este fin de semana, la número 28, quedará incompleta. ¿La razón? San Luis no puede recibir a la U en Quillota por una feria que se desarrollará en el estadio Lucio Fariña y el partido se jugará el próximo 10 de noviembre. Un chiste. ¿Para qué sirve que los clubes inscriban un segundo estadio entonces?.
A esta altura hablar de si será una ventaja para los azules una semana más de descanso o si San Luis, dependiendo de los resultados de la fecha, jugará con más o menos nervio competitivo en su lucha por no descender, no parece lo más importante. Acá lo impresentable es la desprolijidad en la calendarización del fútbol chileno.
Pareciera que a la ANFP le da lo mismo todo a la hora de programar. ¿Que las fechas FIFA son irrenunciables? Sí, es cierto. Pero la presencia de seleccionados del torneo local es mínima en las nóminas, por lo que perfectamente se podría seguir jugando el campeonato. ¿Que las finales de la Copa Chile merecen la máxima atención? Entonces que se juegue a partido único en el Nacional a mitad de semana en un horario estelar. Pero no, la idea parece ser interrumpir lo que más se pueda la continuidad de la competencia.
Y lo peor a veces viene de los protagonistas principales, los futbolistas. Consultado Christian Vilches por la reprogramación del duelo en Quillota, afirmó que la para les vendrá bien “para descansar”. ¿Descansar de qué? En todo este año, la U ha jugado solo 41 partidos, lo que da un promedio de un encuentro cada ocho días. Y si vemos los números del segundo semestre el registro es aún más patético: apenas 16 partidos tras el receso mundialista.
Aunque parece inoficioso compararse con lo que ocurre en las ligas más competitivas, no es malo saber que el Barcelona jugó 65 partidos el curso pasado y en Brasil, entre copas y Brasileirao, promedian más de 60 cotejos por temporada. Imitar esos niveles de competitividad parece demasiado ambicioso. Sin embargo, no estaría mal acercarse a lo que debiese ser un verdadero fútbol profesional. Difícil. A veces parece más cómodo perpetuar la flojera.