La Tercera

El decaído comienzo de una Filsa sin figuras

Tras un primer fin de semana que acusó bajas de 40% promedio en las ventas, los locatarios esperan un repunte para estos días.

- Javier García

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Era llamado “El evento cultural más importante del año”. Y así, cada 12 meses, en cada discurso oficial, la frase se reiteraba para referirse a una nueva versión de la Feria Internacio­nal del Libro de Santiago (Filsa), que ahora tiene como lema “Vive tu cuento”.

Pero hoy, en su versión 38, el encuentro organizado por la Cámara Chilena del Libro ha no solo ha recibido críticas de parte de algunos escritores, sino que también ha visto una baja de público y ventas. El evento, que abrió el 25 de octubre, se extenderá hasta el 11 de noviembre en la Estación Mapocho, con Perú como país invitado de honor.

“Primera vez en 13 años que no voy a la Filsa. Se siente rarísimo, más aún porque no siento deseo alguno de ir a pasearme”, apuntó el miércoles Jorge Baradit (La dictadura), en su cuenta de Twitter. “Filsa recibe fondos públicos, aun así cobra entrada”, escribió Óscar Contardo (Rebaño) también en Twitter. “Fui el día de la inauguraci­ón (pagué entrada), penaban las ánimas. Me dio vergüenza que Santiago tenga una feria del libro como esa”.

Ambos narradores publican en los dos mayores grupos editoriale­s instalados en Chile: Baradit en Penguin Random House (PRH) y Contardo en Planeta. Ambas casas y sus socios Catalonia, Zig-Zag y Santillana, agrupados en la Corporació­n del Libro y la Lectura, decidieron no participar este año en Filsa. Es más, la corporació­n organizó un evento paralelo, el primer Festival de Autores de Santiago (FAS). Este se realizó el fin de semana pasado en la UC y continuará el 9, 10 y 11 de noviembre en GAM, con actividade­s gratuitas.

Hasta el año pasado, en el centro de la nave de la Estación Mapocho se ubicaban los stands más grandes, ocupados por Planeta y PRH, ya que cada uno posee cerca de 15 sellos. Además, sus autores suelen estar entre los más reconocido­s y con mejores ventas, como Francisco Ortega, Pablo Simonetti, Hernán Rivera Letelier y Carla Guelfenbei­n.

Sin embargo, este año en esos espacios se emplazan el stand del Plan Nacional de Lectura (del Ministerio de las Culturas y el Patrimonio) y la Fundación Vicente Huidobro.

El primer fin de semana de apertura, los vendedores acusaron la caída de un 40% en promedio en las ventas de libros, en relación a 2017. Para los interesado­s en asistir, la mayoría de los locales mantiene un 20% de descuento en el precio de sus libros.

Paulo Slachevsky, director de Lom Ediciones, que ahora ocupa tres stand s en la feria, dirige sus críticas hacia la Corporació­n del Libro: “Hace tiempo que Filsa necesita ser repensada, pero ellos que estuvieron a la cabeza de su organizaci­ón por años jamás aceptaron cambios, como reducir el valor de la entrada o compartir la nave central con la edición independie­nte”, dice . “Que hoy sean los paladines de su democratiz­ación, es un mal chiste. Filsa es un escenario único para el encuentro de autores, libreros y editores con los lectores”, agrega y apunta a la gestión de Arturo Infante, presidente de la Corporació­n del Libro y ex director de la Cámara Chilena del Libro entre el 2011 y el 2014.

Repunte y boicot

Si en años anteriores librería Contrapunt­o era uno de los locales más solicitado­s, por su variedad en títulos de arte, música, cómics y literatura, hoy no está en la estación Mapocho. Sus dueños tampoco participar­on en FAS.

De los 132 expositore­s ubicados en Filsa, varios presentan una oferta cultural diferente, más allá de las letras. Por ejemplo, hay una gelatería italiana, a un costado de la nave central, y dos tiendas de reproducci­ones de pinturas. Arte europeo (104) exhibe litografía­s de paisajes así como de Gustav Klimt y Vincent van Gogh. Mientras que Librogafic­arte (75) vende pósters, desde Dragon Ball Z hasta Pink Floyd. Hacia el final de la explanada, en la carpa, ubicada hacia el Parque de Los Reyes, hay cinco carritos de comida.

“Comparado al año pasado está más vacío, se nota demasiado la diferencia. Antes veía más variedad de libros. El año pasado me demoré más en recorrerla”, comenta la estudiante Viviane Román, sentada en las escaleras de la ex estación de trenes. Mientras que Manuel Vásquez, quien lleva 10 años como expositor a Filsa con sus locales Megalibros, cree que “estos días podemos repuntar”. Sobre el FAS agrega: “Ellos han atacado la Filsa. Infante elaboró un boicot, estuvo en la cámara y nunca trabajó por la gratuidad de la feria ni por retirar el IVA al libro”.

Más optimista es Montserrat Branden, de Cooperativ­a de la Furia: “A nosotros nos ha ido bien, pero igual está lento comparado al año pasado”.

A pesar de que PRH ni Planeta asistieron con stands propios, sus libros sí están presentes. En locales como Compralofa­cil (42), Megalibros, Librería Casa del Saber (90) y Playbook’s Alejandría (19), mantienen los títulos más demandados como Marte, de José María Maza; 21 lecciones para el siglo XXI, de Yuval Noah Harari; La dictadura, de Jorge Baradit; Un veterano de tres guerras, de Guillermo Parvex y Los amantes de Praga, de Alyson Richman.

“Con todo esto, el público ha sido el más afectado”, cree Viviana Azócar, gerente general de la Cámara Chilena del Libro, organizaci­ón que prefiere no entregar cifras de asistencia. “La feria, en estos días, ha ido de menos a más. Siempre la primera semana es más lento. Con respecto al valor de la entrada, hace 5 o 6 años que no se modifica. La gente opina sin entender muchas cosas. Por ejemplo, el dinero que recibimos del Ministerio de las Culturas ($ 81 millones), es solo para financiar el programa cultural”. En este destaca la delegación de escritores peruanos, que sufrió la baja de Alfredo Bryce Echenique, uno de sus autores más conocidos. ●

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 ??  ?? ► El martes pasado, la Feria Internacio­nal del Libro de Santiago (Filsa) recibió gratis a los adultos mayores; sin embargo la convocator­ia fue baja.
► El martes pasado, la Feria Internacio­nal del Libro de Santiago (Filsa) recibió gratis a los adultos mayores; sin embargo la convocator­ia fue baja.

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