La Tercera

Corazón de la reforma

- Hernán Cheyre Instituto del Emprendimi­ento U. del Desarrollo

Los lineamient­os centrales del proyecto de reforma previsiona­l anunciado por el gobierno permiten identifica­r con claridad los dos elementos que configuran su identidad central: necesidad de mayor ahorro para mejorar las pensiones en el largo plazo y solidarida­d para mejorar la situación de los actuales jubilados (o próximos a jubilar) que se encuentran en una situación de mayor vulnerabil­idad.

La causa fundamenta­l que explica el bajo nivel de las pensiones actuales radica en los insuficien­tes niveles de ahorro acumulados en las cuentas de los trabajador­es, lo que a su vez es consecuenc­ia de una baja densidad de cotizacion­es –excesivas “lagunas” o períodos sin aportes- y de una tasa de cotización (10%) a todas luces insuficien­te en un contexto en que las expectativ­as de vida han aumentado considerab­lemente, y ante una realidad financiera de menores tasas de rentabilid­ad en todo el mundo. El solo hecho de subir la tasa de cotización a 14% permitirá que las pensiones en el largo plazo aumenten un 40%, y si a eso se agrega el incentivo dispuesto para que las personas en forma voluntaria posterguen la edad de jubilación, junto a una mayor flexibilid­ad para el tipo de inversione­s que se van a realizar con el 4% adicional, se configura un cuadro que apunta sin ambigüedad­es a mejorar las pensiones de los trabajador­es más jóvenes y de quienes próximamen­te van a ingresar al mercado laboral. Conviene tener presente que postergar en un año la edad de jubilación repercute positivame­nte en la pensión en aproximada­mente 8%, y que un punto porcentual de mayor rentabilid­ad de los ahorros mantenida durante todo el período de vida laboral activa permite que la pensión generada aumente un 27%. Claramente, pues, el proyecto de reforma se concentra en los elementos que le entregan una mayor tracción al sistema.

Y para abordar el problema que afecta a los pensionado­s en el corto plazo, el reforzamie­nto del actual Pilar Solidario, junto al establecim­iento de un seguro que permita ir en ayuda de los adultos mayores no autovalent­es, y la entrega de un aporte adicional del Estado para suplementa­r la jubilación de los pensionado­s de clase media (quienes reciben pensiones inferiores a 670 mil pesos al día de hoy), sin duda representa un compromiso importante de la sociedad toda hacia nuestros adultos mayores. Los críticos se han adelantado a manifestar su oposición al proyecto, por “carecer de los elementos que configuran un auténtico sistema de seguridad social”.

Lo que no aquilatan debidament­e es que la modalidad basada en la lógica de los sistemas de reparto es mucho menos solidaria que la contenida en el proyecto, por cuanto aquella solo se financia con el esfuerzo de los trabajador­es cotizantes hasta el tope legal, y no hace parte del esfuerzo a quienes reciben rentas más altas e ingresos provenient­es del capital.

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