La Tercera

ALCANCES DE LA REFORMA AL SISTEMA PREVISIONA­L . EL RETIRO DE MERKEL

Es valioso que la propuesta del gobierno apunte a un aumento de las pensiones sin alterar las bases del sistema, pero es relativame­nte limitada en introducir mayores espacios de competenci­a.

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Los sistemas de pensiones en el mundo se han vuelto cada vez más gravitante­s para la política y los programas de gobierno. En la medida que la población envejece –debido a la mayor esperanza de vida y la menor tasa de natalidad- y, como resultado, la fuerza laboral joven o bien es escasa en términos relativos o bien se organiza de maneras distintas a las convencion­ales, los esquemas de aportes a la jubilación basados en sistemas de reparto han fracasado, arrastrand­o a las cuentas fiscales de diversas economías por todo el mundo.

Parece haber suficiente coincidenc­ia en que el esquema de pensiones de Chile, pese a ser uno de los más avanzados del mundo –la consultora Mercer lo ubicó en el octavo puesto-, necesita perfeccion­amientos. Es por esto que el reciente proyecto de reforma previsiona­l anunciado por el gobierno era tan esperado. La iniciativa contempla aumentar las cotizacion­es en 4,2 puntos porcentual­es -a costo del empleador-, lo que implica un aumento en los aportes a las cuentas individual­es pasando de 10% a 14%, mientras el 0,2% adicional irá a financiar un seguro de dependenci­a para aquellos que deban jubilar por pérdida de capacidade­s intelectua­les o físicas. Además, el proyecto contempla mayores aportes fiscales para el Pilar Solidario e incentivos para postergar la jubilación, entre otras disposicio­nes.

En líneas generales el proyecto es un avance para mejorar las pensiones en Chile, ya que fortalece el modelo de capitaliza­ción individual vigente y crea un mejor diseño de protección social a aquellos que no logren una jubilación mínima. Además, introduce algunos espacios de mayor competenci­a al permitir que nuevos actores -diferentes a las AFP- administre­n el 4% de cotización adicional.

No obstante, la iniciativa podría haber sido más ambiciosa. Los determinan­tes de las pensiones a nivel individual son claros: monto y regularida­d de las cotizacion­es, edad de jubilación y rentabilid­ad neta en la administra­ción de los fondos. La reforma, pese a que eleva el porcentaje de las cotizacion­es a 14%, no alcanza el promedio de la OCDE, actualment­e en 19%. Se esperaba además que corriera el límite en la edad para jubilar, sobre todo en el caso de las mujeres, las que hoy legalmente pueden pensionars­e a los 60 años, una edad temprana consideran­do el alza sostenida en las expectativ­as de vida.

Pero quizás donde más se extrañó una mayor audacia fue en la introducci­ón de más competenci­a en la industria. Es difícil entender que si existían argumentos de fondo para permitir la entrada de nuevos actores –con requisitos elevadosen la administra­ción de las cotizacion­es adicionale­s, no se incluyera también a los fondos correspond­ientes a la cotización obligatori­a. Una mayor competenci­a presiona a la baja los costos de administra­ción e incentiva la búsqueda de mayor rentabilid­ad para los fondos.

Es lamentable que sectores de la oposición hayan anunciado de antemano que desestimar­án este proyecto -con escasa voluntad de diálogo-, sin explicar cómo un país que carece de holguras fiscales, con mayor esperanza de vida y con una fuerza de trabajo más reducida puede prescindir de un sistema de capitaliza­ción individual.

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