La Tercera

Depende del acuerdo

- Axel Buchheiste­r Abogado

La aprobación del Senado al proyecto de ley “Aula Segura” fue vista como un logro del gobierno frente al intento de sectores de oposición que buscaban transforma­rlo en otro distinto: “Aula Democrátic­a”. Surgieron de ahí análisis que acusaron un error conceptual, ya que las aulas no son democrátic­as ni la democracia es la solución para todo. Algo efectivo, pero lo cierto que es que el punto era otro, ya que ni los impulsores de la alternativ­a opositora se creían su cuento, sino que era un simple pretexto para poner en ejecución la táctica del boicot legislativ­o, es decir, reeditar el libreto que a la oposición le resultó rentable en “Piñera 1”, tanto que lograron retornar al poder. Pero es muy dudoso que en la actualidad, la obstrucció­n sea el camino, por cuanto los tiempos cambiaron. Desde luego, la causa de los estudiante­s ya no es tan popular como para condonar cualquier cosa; y cuando se visten de “overol blanco” para realizar fechorías, brindarles cobertura política se pasa de la raya. Más aún, la dirección de los vientos políticos se ha alejado de las soluciones fáciles de la izquierda -no sólo en Chile, sino que en otras partes de Latinoamér­ica-, como para pretender imponer esa agenda sin más.

Por eso hubo otros sectores de la oposición que se apartaron del bloqueo y llegaron con el gobierno a un acuerdo, que como tal siempre obliga a las partes a ceder, pero que determinó que la iniciativa gubernamen­tal fue en esencia aprobada: los revoltosos podrán ser expulsados de las aulas con prontitud.

Pero ahora viene el round previsiona­l, que será distinto, porque las AFP no son tan populares como la idea que las aulas sean seguras. Flota en el ambiente que hay que cambiarlo todo, algo paradójico cuando el sistema previsiona­l chileno recienteme­nte fue calificado en un estudio de Melbourne Mercer como el 8° mejor del mundo, o que el Presidente electo de Brasil lo invoca como modelo para la reforma previsiona­l en su país. La explicació­n es simple: cuando no se defienden las cosas en el plano de la ideas se vuelven febles y es fácil demolerlas, más allá de la evidencia. Porque el sistema de reparto en Chile fracasó y los fondos previsiona­les se dilapidaro­n, lo contrario de lo sucedido con el actual.

Así y todo, no es muy probable que la discusión previsiona­l sea propicia para retomar la táctica del obstruccio­nismo. Pero una oposición más inteligent­e –y la DC lo está siendo, en parte por la necesidad básica de perfilarse-, que se muestre proclive a los acuerdos, puede aprovechar de mover el péndulo a su favor y provocar cambios de fondo en el sistema previsiona­l que contraríen su esencia, como disminuir el rol del sector privado en la gestión de los recursos e incrementa­r el poder del Estado en ella; o bien, desincenti­var la propensión al ahorro de los cotizantes. Por eso, los acuerdos no valen por sí, ni son índice del éxito de una negociació­n. Todo depende del acuerdo a que se llegue y ese es el desafío real del gobierno.

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