Partido de fondo
Con la presentación de la reforma al sistema de pensiones, el gobierno ya comienza a desplegar su agenda en los temas más urgentes y controversiales. Es así que, las anunciadas modificaciones al régimen de Isapres y también a nuestra legislación laboral, sumado a la modernización tributaria ya presentada, configurarán un cuerpo de iniciativas cuyo debate será álgido y difícil.
La traumática tramitación del proyecto sobre salario mínimo fue una alerta para el oficialismo. Pese al estado de fragmentación y deterioro de la oposición, ésta mostró la capacidad para articularse en torno a la resistencia de las iniciativas del gobierno, aunque eso no siempre signifique señalizar un camino propositivo y viable para destrabar el debate.
De igual manera, también el Ejecutivo tocó una tecla que hizo sonar muy mal a las resistencias de la oposición, y esa no es otra que conectar con el sentido común ciudadano, especialmente cuando se refiere al eje del orden y la seguridad. Las resoluciones administrativas sobre inmigración y el proyecto de Aula Segura son un buen ejemplo de lo anterior. Se trata de materias que rápidamente hacen del debate una cuestión binaria, instándose la idea de que existe sólo una salida, y donde cualquier matiz o posición intermedia es percibida como una exquisitez que subestima la gravedad del asunto.
Sin embargo, tratándose del eje social la cuestión se complejiza. Ya lo experimentó el gobierno cuando -pese al énfasis que hizo en la pequeña empresa para presentar su reforma tributaria- rápidamente se instaló que se trataba de una iniciativa que beneficiaba a los más ricos y que recaudaría mucho menos de lo que se anunció.
Ahora el gobierno se ha esmerado en resaltar que los grandes beneficiados de la reforma de pensiones serán los sectores más vulnerables y la clase media, esfuerzos que no sólo han sido comunicacionales sino que, a la luz de lo que inyectará al pilar solidario, también financieros y presupuestarios. ¿Será esto suficiente para arrinconar a la oposición o, tal como ya ocurrió antes, ésta se las ingeniará –tal como ya lo está haciendo- para enrostrarle al Ejecutivo sobre las falencias y omisiones de esta iniciativa?
Se le atribuye a Oscar Wilde aquella frase de que “no hay segunda oportunidad para dejar una primera impresión”. Y tratándose de aprobar proyectos de ley en escenarios de minoría legislativa, tal afirmación es una contundente sentencia cuando del debate político y ciudadano se trata. Por lo que ahora, en un contexto de mayor división de la opinión pública y no existiendo un nítido sentido común en torno a la solución del problema, es donde veremos la real cintura negociadora del gobierno.