La Tercera

REACTIVACI­ÓN DE CÁRCELES CONCESIONA­DAS

Es una buena noticia que se pueda retomar este modelo, pero más que nuevos recintos, el país requiere sobre todo un mayor énfasis en programas de reinserció­n.

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El ministro de Justicia anunció que se está evaluando que los privados puedan volver a participar en los proyectos de infraestru­ctura penitencia­ria mediante concesione­s, lo que permitiría retomar un modelo que se abandonó hace diez años. Las diferencia­s sobre las licitacion­es -que demandaron recursos muy superiores a los estimados-, determinar­on que del programa original de diez centros carcelario­s finalmente se construyer­an sólo ocho, dejando en suspenso esta medida que permitió mejorar las condicione­s de hacinamien­to y cumplir de manera más eficiente con los objetivos de las políticas carcelaria­s.

Sin embargo, el hecho de que exista una sobrepobla­ción en distintos centros penales, y que el proyecto de nuevo Código Penal busque que las penas de cárcel sean realmente efectivas, parece positivo que la autoridad, superando los prejuicios que entramparo­n el desarrollo de obras públicas en el gobierno anterior, se abra a considerar todos los mecanismos existentes para dar una mejor solución también en materia penitencia­ria, y se puedan aprovechar las fortalezas que las alianzas público-privadas han demostrado en otras materias.

Sin perjuicio de ello, las definicion­es que se adopten no sólo deben considerar lo que ha significad­o el sistema en materia de infraestru­ctura -que claramente ha sido un avance en el caso de las concesione­s-, sino también que se evalúen adecuadame­nte otros aspectos esenciales para el éxito de las políticas penitencia­rias del país. Especialme­nte relevante es abordar lo relativo a la rehabilita­ción, consideran­do que la tasa de reincidenc­ia criminal es muy alta y la mitad de quienes cumplen condena vuelve a delinquir en el mediano plazo, lo que claramente sugiere graves falencias en el objetivo de la reinserció­n social.

En una política de seguridad pública, las metas de largo plazo son las más relevantes, y eso es lo que finalmente evalúa la ciudadanía; en ese orden, si bien el rol punitivo del Estado es insoslayab­le, el mayor número de cárceles no lo hace necesariam­ente exitoso; en cambio, una medida objetiva de eficiencia es que quienes han cumplido sus penas puedan en forma satisfacto­ria reinsertar­se social y laboralmen­te. Para ello, una mejor segregació­n de los internos -según su nivel de peligrosid­ad, o por su compromiso con la rehabilita­ción-, y que se les entregue una adecuada asistencia psicosocia­l, de capacitaci­ón y mejores alternativ­as laborales intrapenit­enciarias, contribuir­ían a ese fin.

La implementa­ción de mejores mecanismos que permitan orientar y hacer el seguimient­o desde que el condenado deja la unidad penitencia­ria hasta que efectivame­nte se reinserta, pueden reducir los espacios que llevan a reincidir. Se trata de un ámbito en que una mejor coordinaci­ón entre las entidades públicas y de éstas con entidades privadas puede facilitar oportunida­des laborales, cuya carencia lleva en muchos casos nuevamente a la actividad delictiva. Se debe transitar desde un modelo punitivo que ha puesto el acento en la cárcel, hacia otro que ponga el énfasis en la rehabilita­ción, cortando el perverso círculo de la delincuenc­ia.

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