La Tercera

La izquierda y sus espejismos

- Jorge Jaraquemad­a Director Ejecutivo Fundación Jaime Guzmán

Si bien para nadie fue una sorpresa el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil, las críticas no se hicieron esperar, particular­mente por su historial polémico y su lenguaje virulento. Su triunfo ha sido leído como una especie de “acto fallido” de la democracia, como si su llegada al poder fuese un fenómeno ajeno a la realidad sociopolít­ica. Sin embargo, existen razones poco exploradas, que debieran considerar­se para entender la relevancia que están adquiriend­o actores como Trump, Le Pen y el presidente electo de Brasil. Su protagonis­mo no sólo responde al fuerte rechazo a una extendida corrupción, sino también a causas que sobrepasan este fenómeno. Dicho de otro modo, la corrupción de la política no se agota en los fraudes, sino que incluye la deslegitim­ación del sentido y fundamento­s de los valores sobre los que se erige la democracia.

Lo que Bolsonaro hizo fue ocupar una herramient­a de uso común en la izquierda, cual es hacer del lenguaje un instrument­o para agudizar los antagonism­os y debilitar o anular las estructura­s culturales y morales. Los países del bloque del ALBA y algunas sociales democracia­s tardías de América Latina (la chilena incluida) empujaron discursos despectivo­s respecto del valor de los acuerdos, a la vez que instalaron y potenciaro­n un lenguaje virulento que buscaba descalific­ar y luego deslegitim­ar a sus adversario­s.

Una vez que la política deja de comprender que su horizonte de sentido responde a fundamento­s (un orden natural sobre el cual se erigen principios y valores) se abre un campo de disputas que rompen todos los márgenes. En esta situación, es esperable que algunos discursos políticos se desembarac­en de las virtudes republican­as y pasen a convertirs­e en meros discursos de oportunida­d.

Así las cosas, todo es dable. Las funas, las tomas, las falsas acusacione­s, los intentos por proscribir de la agenda pública a aquellos con quienes no se comulga, etc., son todas expresione­s claras de ello.

Lo concreto es que parte de la izquierda chilena no se distingue del lenguaje y actitudes que reprocha a Bolsonaro, por mucho que lo critique, actúa igual. Recuérdese al efecto el proyecto de acuerdo recienteme­nte promovido en la Cámara de Diputados para “exiliar” a Jaime Guzmán de cualquier homenaje público.

En este contexto, el llamado del presidente Sebastián Pinera a retomar la política de los acuerdos (denominada por él mismo una “segunda transición”) es una oportunida­d para contener el socavamien­to de la política nacional. Así, por medio de la mesura del lenguaje, se podrían marginar los voluntaris­mos refundacio­nales o la violencia verbal, que desde hace algún tiempo utilizan ciertos actores políticos, los mismos que ante las elecciones brasileñas expresaron un cínico pánico.

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