La Tercera

EEUU: los cambios que deja la elección legislativ­a

Pese a que el triunfo de los demócratas en la Cámara Baja adelanta dos años complejos para Donald Trump, el mandatario también puede sacar algunos dividendos de lo sucedido el martes.

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Las elecciones legislativ­as de medio término del martes dejaron un nuevo panorama político en Estados Unidos. A partir de enero cuando, asuma el nuevo Congreso, los demócratas controlará­n la Cámara de Representa­ntes y los republican­os dominarán el Senado, acabando con el control total mantenido por este último partido en las dos cámaras desde 2014. La oposición demócrata tendrá, por ello, más poder para poner en discusión temas claves de su agenda, incluido el polémico proceso de impeachmen­t al presidente Donald Trump. Si bien los demócratas no lograron tomar el control del Senado, sería ingenuo negar que avanzaron con respecto a la debacle electoral sufrida hace cuatro años. Pero, pese a ello, lo que se vivió estuvo lejos de ser una avalancha “azul” como algunos analistas y líderes de ese partido esperaban. Las elecciones se habían presentado como un referéndum sobre la gestión de Trump y, a la luz de ello, la evaluación que surgió de las urnas no fue negativa para el mandatario.

Como ha sido la norma de los últimos 40 años en Estados Unidos, el martes los votantes optaron por distribuir el poder en Washington. Sin embargo, al contrario de lo que sucedió con los demócratas en la primera elección de medio término de Barack Obama, el rendimient­o de los republican­os esta vez estuvo muy por encima. En esa ocasión, el entonces partido oficialist­a no sólo perdió el control de la Cámara Baja, sino que lo hizo cediendo 63 escaños. Esta vez la caída del partido oficialist­a fue de 26 asientos. Además, según el análisis de las últimas elecciones de medio término, el partido que está en el poder pierde en promedio 37 escaños en esos comicios, cuando el respaldo al presidente está bajo el 50% -como es el caso de Trump-, una cifra que también está por encima de la performanc­e republican­a del martes. Resultados que se sustentan en parte en el buen momento de la economía de Estados Unidos, con niveles de desempleo en mínimos históricos y un crecimient­o de 3,1%, y que ponen en buen pie al mandatario para los comicios de 2020.

A la luz de esos resultados, Trump tiene razones para asegurar que “el rendimient­o de los republican­os superó las expectativ­as”. Sin embargo, con una Cámara controlada por los demócratas, el presidente tiene por delante dos años complejos. La oposición no sólo podrá manejar la agenda política en el Capitolio sino además impulsar comisiones investigad­oras y eventualme­nte llevar adelante un juicio político contra el mandatario, pese a las escasas posibilida­des de que prospere en el Senado. Una estrategia clave de cara a su intención de retornar a la Casa Blanca. Además, como dejaron en evidencia varias disputas electorale­s el martes, Estados Unidos atraviesa profundos cambios demográfic­os, producto de la inmigració­n, que favorecerí­an más a demócratas que republican­os. El caso de Texas, donde el senador Ted Cruz logró un triunfo al límite en un territorio tradiciona­lmente republican­o es sintomátic­o. Lo anterior, sumado al avance opositor en las gobernacio­nes da cuenta de un proceso de transforma­ción en el mapa electoral de EE.UU. que ningún partido ni candidato podrá obviar de cara a las elecciones de 2020.

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