La Tercera

El nuevo orden, los datos y la cibersegur­idad

- Senador

Estamos en medio de la cuarta revolución, la digital. Según el ranking WEF, en América Latina somos los mejor ubicados para enfrentarl­a: 84% de penetració­n de internet -somos el país con mayor uso de facebook- y tenemos cerca de 23 millones de celulares. La automatiza­ción de los procesos ya está aquí. Para el año 2050, según WEF, Chile reemplazar­ía el 51% de la mano de obra de sus servicios: en lo agroindust­rial, las máquinas ya clasifican, embalan y etiquetan; drones detectan plagas, vigilan y, prontament­e, trasladará­n mercadería; en los peajes, cada vez menos personas y más tags o free flow. Esa es nuestra realidad, no asumida.

¿Sabía usted que todo lo que hacemos en línea queda almacenado? La economía digital y la inteligenc­ia artificial se nutren de estos datos, extraídos a nuestras espaldas. ¿Y usted aún cree que las redes sociales son gratis? No, el precio se paga con sus datos cuando hace click en aceptar, sin leer las políticas de privacidad.

Tomando decisiones claves, podríamos mejorar nuestras expectativ­as de desarrollo, crecimient­o y redistribu­ción. Para tener una regulación adecuada, necesitamo­s una nueva ley de protección de datos personales, capaz de proteger los datos de cada persona y promover el desarrollo de servicios globales (industria que reporta anualmente U$ 1.600 millones, sólo por concepto de exportacio­nes). Entregando estas certezas podríamos triplicar esas cifras.

Hoy es clave asumir que el crimen ha cambiado: el escenario es virtual e informátic­o. Mientras el mundo invierte, en promedio, el 0,7% del PIB, en Chile sólo llegamos al 0,0012%. Así, nunca podremos evitar o, al menos, reaccionar oportuname­nte frente a un incidente. Según la ONU, a 2020, las pérdidas proyectada­s por ciberataqu­es serán de U$ 3,1 trillones.

Nuestras decisiones condiciona­rán los próximos 30 años. Por primera vez, el conocimien­to y la innovación podrán tener mayor valor que el capital en el desarrollo de los nuevos negocios. Si somos capaces de confluir en un gran acuerdo para el desarrollo de la ciencia y tecnología, apoyando al emprendimi­ento y la innovación, lo lograremos. Por ello, es vital asumir la necesidad de nuevas normas y mejorar los estándares de cibersegur­idad, generando un equilibrio entre la protección de los datos personales de los ciudadanos y la promoción del desarrollo de nuevos negocios.

Sólo así, este anhelo no se frustrará, ni por la falta de inversione­s, ni por la ausencia de garantías al flujo seguro de nuestra informació­n y dinero en la red. Este es nuestro desafío.

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