La Tercera

La guerra del agua en el Salar de Atacama

- Claudia Sanhueza Académica U. Mayor y COES

4-5 PULSO

Aprincipio­s de los 2000, estudiante­s de Francia, Cambridge UK y Harvard, entre otros, firmaron una petición por una “economía post-autista”. Es decir, una economía que estuviera ligada a la realidad. El diagnóstic­o era que la economía neoclásica había abusado de los modelos matemático­s dejando de lado el análisis cualitativ­o de la realidad, que en economía había existido un triunfo de la idelogía neoliberal sobre la ciencia y, finalmente, que la economía neoclásica se había convertido en un monopolio (gris y reducido) que cada vez respondía menos a la realidad de las sociedades.

Bueno, el sistema de pensiones chileno y la propuesta del actual gobierno son uno de los ejemplos más evidentes de la necesidad de una “economía post-autista”.

Un sistema de pensiones debe asegurar una vejez digna para todos(as) sus ciudadanos(as). La gran parte de los resultados en la vida activa no son responsabi­lidad individual, sino que dependen del contexto cultural, social, político y económico. Un sistema de pensiones que basa toda la calidad de vida en la vejez en los resultados de la vida activa, fracasa. Más aún en un país altamente desigual como Chile.

¿La propuesta del gobierno se hace cargo de ese fracaso? No. A diferencia de las propuestas de la Comisión de Pensiones 2015 con un grupo multidisci­plinario y diverso que escuchó a más de 80 organizaci­ones de la sociedad civil y realizó encuentros ciudadanos en cada región-, en que la menos radical destinaba 2% a capitaliza­ción y 2% a un Fondo Solidario-, la propuesta del gobierno, en cambio, insiste en destinar todo a capitaliza­ción, que transforma en benefios en 40 años. Además, propone aumentar el gasto público en 161% con respecto al gasto del Pilar Solidario (el 2030) para financiar las bajas pensiones que entregan las AFP, sin reforma tributaria que recaude recursos, transformá­ndose en la reforma más irresponsa­ble fiscalment­e desde la vuelta a la democracia. También profundiza en la regresivid­ad que implica hoy que los trabajador­es le entreguen a las AFP cerca de USD 9.600 millones al año en cotizacion­es que se transforma­n, primero, en utilidades de las institucio­nes financiera­s involucrad­as en el sistema, que alcanzaron casi USD 3.000 millones el último año; segundo, en alimento al sistema financiero por USD 3.800 millones, y tercero, la mínima parte de USD 2.800 millones es usada para pago de pensiones. Adicionalm­ente, el flujo al sistema financiero hoy alcanza el acumulado de USD 190.000 millones (75% del PIB) sobre los cuales los trabajador­es no tienen nada que decir; pudiendo un seguro social al menos duplicar las pensiones del Pilar Contributi­vo hoy.

La desregulac­ión financiera, protección del negocio privado a costa de los más pobres y el endeudamie­nto del Estado fue justamente lo que hicieron las derechas en Europa para hacer quebrar los estados de bienestar y luego, cínicament­e, decían que era culpa de la izquierda. Cualquier parecido con la realidad local (no) es pura coincidenc­ia.

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