La Tercera

Nueva agenda civil-militar

- Ernesto Águila Analista político

La reciente reestructu­ración del Alto Mando del Ejército, que significó el paso a retiro de casi la mitad del cuerpo de generales, da cuenta de una crisis en pleno desarrollo, profunda, silenciosa, y en parte silenciada, en esa institució­n. Las razones para esta drástica medida serían diversos actos de corrupción, que según el fiscal Carlos Palma podrían involucrar a 584 funcionari­os entre oficiales y suboficial­es. Si esto no es una crisis como ha dicho el Comandante en Jefe, se parece bastante.

¿Qué ha pasado con las Fuerzas Armadas y de Orden en estos años que explican estos hechos? ¿Cuál es la razón de esta “corrosión del carácter” de las institucio­nes militares? ¿La compulsión consumista de la sociedad chilena terminó por corroer la cultura “prusiana”? Y quizás lo más importante: ¿qué debería hacer el poder político democrátic­o frente a ello?

Hacia fines de los 80 y comienzos de los 90 existió una abundante actividad académica y política destinada a comprender las causas de la ruptura entre el mundo civil democrátic­o y las Fuerzas Armadas y de Orden. Sin embargo, con el paso de los años, la interacció­n civilmilit­ar, en lugar de profundiza­rse, fue dando paso a un proceso de autonomiza­ción administra­tiva y financiera, y de un ensimismam­iento social y político de las FF.AA. y de Orden. Ello se vio reforzado por una centroizqu­ierda que perdió interés en el tema y que quizás pensó que esa total autonomía de las institucio­nes armadas era el precio a pagar por su prescinden­cia política.

Junto a la urgente tarea de crear un nuevo sistema de control administra­tivo y financiero externo a las institucio­nes armadas, es necesario reconstrui­r una agenda de trabajo de más largo aliento desde el progresism­o hacia el mundo militar. Esta agenda debería tener en su centro lograr una real integració­n de las Fuerzas Armadas y de Orden a la democracia, incorporan­do la cultura de los derechos humanos a su doctrina. Es autoengaña­rse pensar que ello ha sucedido. Una visión militar democrátic­a con “hipótesis de conflicto” sin “enemigos internos”. Institucio­nes armadas en interacció­n con las universida­des estatales, en proyectos de desarrollo tecnológic­os y científico­s; y que no estén socialment­e segregadas en sus sistemas de salud, previsiona­l o viviendo en barrios opulentos. Entre las herencias del “pinochetis­mo” no sólo están las violacione­s a los derechos humanos, sino también un cierto “arribismo social” (la “casa de Lo Curro” como arquetipo) que explican, en buena parte, la corrosión moral que está en la base de los casos de corrupción que hoy afectan al Ejército y Carabinero­s.

La crisis por la que hoy pasan las institucio­nes armadas y de orden es profunda, pero puede ser la oportunida­d para retomar desde el mundo civil democrátic­o una agenda de trabajo clave para el futuro democrátic­o del país y para alejar cualquier tentación militarist­a.

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