La Tercera

LEY DE CONVIVENCI­A VIAL

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SEÑOR DIRECTOR

Resulta contradict­orio por parte del Ministerio de Transporte­s intentar entregar una señal de modernismo, mediante la implementa­ción de una ley desmedidam­ente torpe, ingenua y precipitad­a, que sólo polariza “roles” de movilidad.

Salta a simple vista que esta ley es impulsada desde un análisis teórico y conceptual, pero totalmente ajena a la realidad que hemos vivido por años quienes hemos adoptado el ciclismo urbano como una filosofía de relación con el entorno.

Lejos de entender la movilidad como un ejercicio compartido, buscando puntos de cooperació­n armónica y uso compartido de espacios entre peatones, automovili­stas y ciclistas, lo que se hace es exponer irresponsa­blemente a ciclistas a un experiment­o infantil, sin la suficiente infraestru­ctura de soporte, medios de fiscalizac­ión y carente de un proceso previo de educación vial, que vele por la integridad física de quienes hemos sido pioneros en proponer una solución al colapso del transporte y contaminac­ión en las grandes urbes.

Es necesario sofisticar esta norma y aplazar su vigencia, permitiend­o -por ejemplo- el tránsito por las veredas a las bicicletas, respetando cierta velocidad y distancia de los peatones.

¿Es razonable este nivel de experiment­ación burda cuando está en juego la vida de las personas, sólo para dar una señal política? No.

Santiago Lyon Ciclista y abogado

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