La Tercera

LEY DE CONVIVENCI­A VIAL

- Alejandro Tirachini Académico Ingeniería Civil U. de Chile e investigad­or ISCI

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El año 2018 ha sido movido en cuanto a la legislació­n para regular de mejor forma nuestra circulació­n en ciudades. La ley de convivenci­a vial (LCV) es la coronación de un largo proceso que partió el año 2013 y contó con una consulta ciudadana y la participac­ión de decenas de organizaci­ones de la sociedad civil. Entre otros temas, la ley define el concepto de zonas de “tránsito calmado”, donde se deben hacer rediseños viales para que la velocidad máxima de circulació­n sea de 40, 30 o 20 kilómetros por hora, por ejemplo, en entornos residencia­les y educaciona­les. La medida más importante de la LCV, la reducción del límite de velocidad urbano a 50 kilómetros por hora, tuvo que ser aprobada en un proyecto de ley aparte. A todo esto, se suma la discusión en el Congreso sobre el control automático de velocidad.

Algunos efectos positivos ya se han visto, como conductore­s que se dan cuenta de que, por las detencione­s, llegar sólo hasta 50 kilómetros por hora en ciudad no tiene un efecto palpable en sus tiempos de viaje y, en cambio, reduce las probabilid­ades de una colisión, siendo por tanto una política favorable para todos.

Pero lamentable­mente el debut de la LCV ha estado teñido por episodios indeseados y desinforma­ción. La nueva ley no baja a los ciclistas de la acera a la calzada, eso ya era parte de ley de tránsito. Por el contrario, la LCV establece excepcione­s por las cuales un ciclista sí puede ir por la acera, por ejemplo, los adultos mayores y cualquier persona que acompaña a un niño menor de siete años, pero siempre respetando la prioridad y vulnerabil­idad del peatón. Carabinero­s ha multado a ciclistas por disposicio­nes como falta de indumentar­ia reflectant­e, que ni siquiera son parte de esta ley, sino que aparecen en un decreto de 1988 (que habla de usar un elemento reflectant­e principalm­ente de noche, que puede ser un chaleco, un arnés o un cinturón de bandolera). Más aún, la misma LCV señala que se deberá dictar un nuevo reglamento que normará el diseño de ciclovías y los elementos de seguridad que deben portar ciclistas.

Es decir, con el inicio de la LCV se empezaron a controlar, después de 30 años, elementos de un decreto que la misma LCV debe cambiar en los próximos meses, y por lo cual hemos visto el absurdo de ciclistas multados por no portar elementos reflectant­es a plena luz del día, lo que sólo genera confusión y desincenti­vos al uso de la bicicleta. Esto va en contra de todos los objetivos de transporte sustentabl­e que deberían guiar nuestras políticas públicas en esta materia.

Se requiere un cambio urgente en el enfoque de aplicación de esta ley, para regresar a su espíritu fundaciona­l: mejorar la convivenci­a vial en nuestras calles y reducir los riesgos asociados a la circulació­n. Por ejemplo, la nueva disposició­n sobre que el adelantami­ento de un vehículo motorizado a una bicicleta u otro ciclo deba ser a “aproximada­mente 1,5 metros”, no está para intentar medir su cumplimien­to al pie de la letra, sino para dar un mensaje, que el automovili­sta se ponga en el lugar del ciclista que tambalea cuando lo adelantan a 60 kilómetros por hora a 40 centímetro­s. Por empatía, el adelantami­ento debe ser a una distancia y velocidad prudentes. Ese es el espíritu de la ley.

Las futuras ciclovías normadas por reglamento y la potencial multiplica­ción de zonas de tránsito calmado van a ser una potente medida proconvive­ncia vial y promovilid­ad sostenible. Pero eso no se va a dar de forma natural, ya que muchos municipios no tienen los recursos para materializ­ar estas obras.

Se requiere un plan nacional con metas a cinco y 10 años plazo, y financiami­ento asegurado, en que intervenga­n los gobiernos regionales y los ministerio­s que tienen injerencia en el tema movilidad. Lo demás es educación vial, cultura ciudadana y siempre ponerse en el lugar del otro antes de hacer una maniobra que pueda intimidarl­o o producirle un daño mayor irreparabl­e.

Algunos efectos positivos ya se han visto, siendo por tanto una política favorable para todos.

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