Narcos México: la mecha y la llama
“Mira, no te puedo contar cómo termina la guerra contra las drogas. Ni siquiera te puedo decir si es que termina, pero sí te puedo contar cómo empezó. O al menos en el momento en que nos dimos cuenta de que estábamos metidos en ella”, dice la voz narradora en el inicio de Narcos: México.
Tal como lo hizo antes Narcos,
la nueva serie que Netflix estrenó ayer viaja al pasado para contar la historia real del surgimiento de un cartel -el de Guadalajaray un jefe del narcotráfico -Miguel Ángel Félix Gallardo-, con una voz en off que guía, entre comentarios e ironías, lo que está pasando.
Diego Luna es el actor detrás de Gallardo, pero él no es el único protagonista de la trama. Al igual que en la primera Narcos (centrada en el caso colombiano), aquí está la historia del traficante y la del agente de la DEA (policía an- tidrogas) que se obsesionará con atraparlo. Ese es Enrique “Kiki” Camarena, interpretado por Michael Peña. Y si bien sus roles son antagónicos, sus caminos son rutas paralelas.
Lo que se muestra al inicio de la serie, es que a fines de los 70 en México, el negocio de las plazas (todavía no había carteles) era el de la marihuana. La policía mexicana y estadounidense se empezaban a preocupar por un problema creciente y lo demostraban quemando plantaciones en los pueblos más remotos. Mientras, en las ciudades, los narcos y la policía convivían en paz, con acuerdos de no agresión, coimas y arreglos.
Todos parecen estar contentos con el estatus de las cosas hasta que aparecen, cada uno por su lado y al mismo tiempo, Gallardo y Camarena.
Ambos son figuras de poca autoridad en organizaciones que nadie se toma muy en serio (la pequeña plaza de Sinaloa y la recién formada DEA); ambos son ambiciosos, ambos quieren desafiar el letargo y la estática en la que parecen estar sus “negocios”, y ambos tienen las ideas y la audacia para lograrlo.
Sin ellos, se plantea, los hechos podrían haber seguido igual por un tiempo. La policía haciendo redadas falsas y recibiendo sus pagos, los narcos en plazas pequeñas -y no grandes carteles- preocupándose más de la marihuana que de la cocaína y viviendo una historia de una violencia que con la perspectiva del tiempo se verá como mínima, casi inofensiva. Son Gallardo y Camarena quienes lo cambian todo, la mecha y la llama que generan una explosión que hoy sigue ardiendo.
Porque aquí empieza un viaje con destino conocido. Quien sepa de la historia del narcotráfico en México, o quien quiera simplemente buscarla en Google o Wikipedia, puede enterarse sin ver un sólo capítulo hacia donde camina la historia. Porque al igual que el de Escobar, los nombres de Gallardo y Camarena están plasmados en la historia y los titulares de los diarios. Spoiler: Miguel Ángel Félix Gallardo llega a ser conocido como El Jefe de Jefes y El Padrino.
Mientras, el que quiera aprender viendo la serie –que por cierto tiene una cuota de ficciónpuede prepararse para un viaje entretenido y lleno de acción, donde los personajes principales son acompañados por un puñado de buenos secundarios, incluyendo a Fernanda Urrejola en su pequeño rol de la mujer de Gallardo.
Una serie que vale la pena y que muestra el inicio de una guerra que aún se está peleando.