La Tercera

¿Y ahora qué?

- Jorge Navarrete Abogado

Escribo esta columna el viernes por la tarde, cuando persisten las dudas sobre las circunstan­cias que terminaron con la muerte de Camilo Catrillanc­a. Sin duda que se trata de una tragedia. Primero, por lo que significa la muerte de un ser humano, el dolor de su familia, amigos y la comunidad de la cual fue parte. Pero lo es también, porque a estas horas muchos tenemos la convicción de que este episodio pudiera derrumbar los importante­s esfuerzos por encaminar el diálogo en La Araucanía, cuyos recientes avances –con inéditos gestos de muchas de las partes y víctimas involucrad­as- nos habían devuelto la esperanza de que la paz era posible.

Pero en un segundo aire, ese que intenta enfriar la cabeza aunque el corazón siga caliente, pienso que una situación como ésta -y tantas otras que podríamos describir- no pudieron haber estado fuera de las posibilida­des y probabilid­ades al momento de que los protagonis­tas de este largo conflicto decidieron volver a conversar. Entonces, y si así fue, la condición para mantener y profundiza­r el diálogo no se pudo haber referido a la completa y total erradicaci­ón de los actos de violencia; sino, cosa distinta, a un acuerdo transparen­te y que diera garantía a todas las partes, en la forma de investigar­los, sancionarl­os y repudiarlo­s, cualquiera fuera el responsabl­e.

Es por eso que me sorprende el tan temprano endoso al actuar de Carabinero­s que dieron las principale­s autoridade­s de gobierno, cuando ellos mismos han reconocido que existe una investigac­ión en curso. Se trata no sólo de una imprudenci­a, sino también de una violación a la fe pública, de la cual ellos son principale­s custodios. De igual manera, me incomoda también –ya que tampoco cuentan con mayores antecedent­es- el festival de afirmacion­es e interpelac­iones que se hacen desde la oposición, develando en algunos la intención de sacar pequeños dividendos políticos con motivo de un acontecimi­ento que podría frustrar de manera definitiva un noble propósito que todos decimos compartir.

Con ambas actitudes, aunque no siempre así se desee o comprenda, se le está haciendo el juego y dando la razón a quienes, de uno y otro lado, siempre han renegado o sospechado de las posibilida­des del diálogo para lograr la anhelada paz en La Araucanía. Dicho de manera más brutal, la muerte de Camilio Catrillanc­a es funcional a los propósitos de todos quienes creen que no hay más salida o solución que el uso de la fuerza. Y justamente por eso, es que requerimos con prontitud se esclarezca la verdad, ya que sólo ésta, expresada de manera tan transparen­te como contundent­e, nos permitirá actuar en consecuenc­ia y de manera justa, preservand­o la necesaria confianza para seguir adelante con el diálogo.

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