La Tercera

PRÁCTICA POLICIAL EN LA ARAUCANÍA

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SEÑOR DIRECTOR

La muerte de Camilo Catrillanc­a es la punta del iceberg de una política criminal discrimina­toria que el Estado ha venido aplicando en la zona para enfrentar un conflicto cuya solución es política. ¿En qué otra parte del país ingresa un Comando Jungla antiterror­ista para recuperar vehículos robados?

Es la misma política antiterror­ista que se ha venido implementa­ndo desde el conflicto Ralco en adelante, que muestra períodos de alta tensión, en los que la ley de conductas terrorista­s se aplica como prima ratio, y periodos de baja tensión, en los que se incrementa la aplicación de la legislació­n penal ordinaria. Discrimina­r, según señala la Corte Interameri­cana de DD.HH, es tratar con hostilidad al otro, especialme­nte a quienes se encuentran dentro de los criterios prohibidos de discrimina­ción. Y el origen étnico es uno de ellos.

No existe una justificac­ión objetiva y razonable para mantener un comando militariza­do en la zona, pues no hay “una relación razonable de proporcion­alidad entre los medios utilizados y el fin perseguido” (CIDH). La muerte del joven Catrillanc­a se suma a esta política criminal cívico - militar de la guerra, que ha ido cobrando vidas a goteras, y en forma cada vez más brutal, pues la sola posibilida­d de que un comando militariza­do pueda disparar contra civiles desarmados, montados en un tractor, no puede ser sino brutal y desproporc­ionado.

Y así lo percibió la ciudadanía al expresarse en diferentes puntos del país, lo que demuestra que el interés por este conflicto ha superado las fronteras del Bíobío, y que se trata de una cuestión de Estado, a la cual las autoridade­s de todos los poderes del Estado deben hacer frente con criterios políticos y no militares o policiales.

Myrna Villegas D.

Profesora Depto. Ciencias Penales Universida­d de Chile

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