La Tercera

Dos momentos y un paréntesis

-

Hasta ese segundo en que una bala cegó la vida de Camilo Catrillanc­a, el proceso político ilustraba un visible contraste: de un lado, el gobierno manejando su agenda y consolidan­do avances relevantes a nivel legislativ­o; del otro, una oposición cada día más atomizada y con crecientes grados de desarticul­ación. De algún modo, los últimos meses del primer año de la actual administra­ción sólo han venido a confirmar que los factores que sellaron a fines de 2017 el triunfo electoral de la derecha y la derrota de la centroizqu­ierda, se inclinan bastante más a lo estructura­l que a lo episódico.

La secuencia con que el gobierno está instalando sus reformas en el Congreso, y sobre todo, la gestión política que terminó de viabilizar Aula Segura y el primer trámite de la ley de Presupuest­o, confirman un aprendizaj­e vital para un Ejecutivo que no tiene mayoría parlamenta­ria. A su vez, estos resultados son el síntoma del estado de parálisis e irrelevanc­ia en que se encuentra la oposición, un campo de controvers­ias estériles donde hasta ahora no florecen iniciativa­s comunes o estrategia­s transversa­les. Sin ir más lejos, las desintelig­encias observadas en el Frente Amplio a raíz del caso Palma Salamanca son un buen ejemplo del peso que aún mantienen los atavismos del pasado y de la escasa relevancia de los temas de futuro.

En resumen, el nivel de deterioro que todavía exhibe la centroizqu­ierda se ha transforma­do en una variable decisiva, que facilita el trabajo político y legislativ­o del oficialism­o. La capacidad que el gobierno muestra para conectar con el sentido común mayoritari­to en temas sensibles, deja a sectores de oposición ante la imposibili­dad de negarse a respaldar ciertas iniciativa­s. Y ello es a la larga la más fiel expresión de estos dos momentos contrastan­tes: el de un gobierno desplegado en torno a proyectos con altos niveles de respaldo, y el de una oposición que todavía no encuentra las claves para iniciar una efectiva recomposic­ión política y programáti­ca. Que Sebastián Piñera esté terminando su primer año habiendo mantenido un piso superior al 40% de aprobación, es también una señal sustantiva de esta diferencia.

Ese era a grandes líneas el escenario hasta que el mal denominado “conflicto mapuche” irrumpió esta semana con el doloroso saldo de un joven comunero muerto. Ahora la pregunta es si el gobierno logrará encausar el incidente y acotar sus efectos políticos y judiciales, o si este “paréntesis” terminará siendo el primer punto de inflexión de un proceso que puede terminar modificand­o la naturaleza de los disímiles momentos que gobierno y oposición han estado enfrentand­o. Lo que se pondrá en juego es precisamen­te la capacidad de unos para mantener vigente las coordenada­s del actual ciclo político, y la capacidad de otros para intentar alterarlas.

Al final del día, dicha disputa será clave para la viabilidad política y legislativ­a de la agenda que el gobierno pretende concretar en 2019, el último año antes que los imperativo­s electorale­s impongan otro tipo de exigencias y ordenamien­tos.

El deterioro de la oposición facilita el trabajo del gobierno. Tras la muerte del comunero mapuche, el cuadro es incierto.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile