Llegó a trabajar y volvió a Haití en silla de ruedas
Una trágica historia anuló las esperanzas que Amidson Prudo puso en nuestro país.
Amidson Prudo fue el primero en subir ayer al Boeing 767 de la Fuerza Aérea de Chile, rumbo a Puerto Príncipe, en el marco del Plan Retorno impulsado por el gobierno. Necesitó ayuda para abordar, pues fue el único que lo hizo en silla de ruedas.
El joven, de 23 años de edad, había llegado hace tres años a Chile, esperanzado en mejorar su situación. Había encontrado trabajo fabricando baldosas y vivía en Maipú con dos de sus primos. En eso estaba hace un año, cuando una terrible noticia desde la isla sacudió su mundo: su mamá había fallecido en Haití. Desesperado por no poder costear un pasaje de vuelta, sin que nadie lo ayudara, su sufrimiento desencadenó en él un brote de psicosis, según diagnosticó más tarde el personal médico que lo atendió.
Viéndose sin salida, Amidson intentó quitarse la vida. Su acción le causó daños en la columna cervical, así que tras ser atendido en el Hospital El Carmen, fue acogido en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, en Recoleta.
“Yo no quiero estar acá. Que Dios me lleve”, decía Amidson al llegar a este recinto, según recuerdan sus cuidadores. Durante 12 meses recibió atención médica y psicológica, y pudo construir una especial relación con los técnicos en enfermería Maritza Sánchez y Héctor Moris. Ambos son pareja y se convirtieron en la “mami” y el “papi” del joven migrante, tal como afectuosamente los llamaba durante su período de internación.
“Era el regalón de todos”, reconoció la enfermera. Con la ayuda de kinesiólogos y ejercitación, el lesionado comenzó su recuperación y consiguió caminar con la ayuda de bastones.
El apoyo de ambos técnicos de salud fue crucial para su recuperación, porque el joven fue abandonado por sus primos, quienes, según confidencia Maritza, no se hicieron cargo ni se comunicaron con él después del intento de suicidio.
Ayer en la tarde, luego del vuelo hasta Puerto Príncipe, Amidson esperaba reencontrarse con sus familiares en la isla, quienes lo esperaban luego de conseguir contactarlo en Chile.
“Tengo sensaciones contradictorias. Estoy feliz, porque se va con su familia a su país. Llegó en silla de ruedas, casi sin movimiento, y hoy es autovalente”, explicó Maritza. “Él siempre fue muy agradecido, amable y afable”.
El médico que lo atenderá en Haití ya recibió el diagnóstico, traducido al francés -en creol no existían algunos términos técnicos-, y sus “papás” en Santiago también enviaron medicamentos e insumos para que continúe su tratamiento. “Junten platita para ir a verme en dos años”, se despidió Amidson. ●