La final se juega en el escritorio
La Conmebol reúne hoy a los timoneles de Boca y River para fijar nueva fecha y su comité de disciplina debe resolver si hay castigos. Cae el ministro de Seguridad bonaerense.
La final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors comienza a jugarse hoy en otro escenario: el escritorio. Cerca de las 10 horas, en la sede de la Conmebol, ubicada en Luque, Paraguay, sesiona la Unidad Disciplinaria de la Conmebol. El organismo, que entre sus integrantes cuenta al abogado chileno Cristóbal Valdés, debe resolver el reclamo presentado por Boca Juniors por la responsabilidad que le compete a River Plate, como organizador del espectáculo, en la agresión que sufrió el bus que transportaba al plantel xeneize hacia el Monumental.
La crisis escala a nivel gubernamental. El ministro de Seguridad de Buenos Aires, Martín Ocampo, sobre quien recaía la responsabilidad de garantizar el normal desarrollo del evento, renunció a su cargo. Lo reemplazará Diego Santilli, quien al partido más bullado del año le agrega otro desafío difícil: la organización de la cumbre del G-20.
En la Conmebol, el club azul y amarillo pide la victoria por secretaría. Se apega al artículo 18 del reglamento de la Copa, que plantea la resta de puntos como una sanción posible ante un incidente que afecte al club visitante producto de una insuficiencia en el operativo de seguridad. El detalle es que en la entidad rectora del fútbol sudamericano consideran que la agresión se perpetró fuera del anillo de resguardo en torno al recinto de Núñez.
La entidad que preside Alejandro Domínguez es partidaria de que el título continental se dirima en la cancha. Es de lo que intentará convencer, desde la diplomacia deportiva, a los presidentes de River y Boca, Rodolfo D’Onofrio y Daniel Angelici en la reunión que sostendrán hoy, en paralelo a la sesión del tribunal, también en Luque. Se buscará reprogramar el partido y definir la sede, considerando la cercanía en el Mundial de Clubes.
La formalidad, eso sí, obligó a derivar la protesta de Boca al tribunal de primera instancia, que integra el chileno Valdés. Titulado en la Universidad Católica, participa en ella desde mayo. Su perfil en LinkedIn consigna asesorías en derecho deportivo.
La Unidad Disciplinaria está presidida por el paraguayo Eduardo Gross Brown. También la integran la venezolana Amarilis Belisario, el brasileño Antonio Carlos Meccia y el argentino Diego Pirota. El último se inhabilitó, pues su caso constituye una de las excepciones para estar en la revisión de la controversia. De los cuatro restantes, solo tres tomarán la decisión para impedir un empate en la votación.
Al margen del dictamen, las repercusiones no cesan. Pablo Pérez, quien sufrió una lesión en el ojo izquierdo y es el más dañado por las consecuencias de la agresión, relató el duro momento. “Fueron tres minutos que no le deseo a nadie. Eran estallidos de vidrios constantemente y cuando salgo del estadio en ambulancia, nos siguen tirando piedras”, resumió el mediocampista.
“Si el ojo me lo sacan, no me lo paga nadie”, añade, antes de aclarar que los piedrazos siguieron incluso cuando una ambulancia lo trasladaba al hospital. Y, finalmente, justifica la decisión de suspender el encuentro. “¿Qué pasaba si nosotros jugábamos y ganábamos en su cancha? ¿Quién nos saca de ahí? Les damos la vuelta en su cancha y nos matan. No puedo jugar al fútbol si puedo morir. Tengo mi esposa, tres hijas. La mayor me abrazó cuando llegué a casa y estaba llorando. Estaba en el hospital y el técnico me llama y me dice ‘venite, que se puede jugar igual’. Yo iba a jugar igual”, explica.
La presión es alta. Hasta Diego Maradona, exjugador y confeso hincha de Boca, se involucró. Y el presidente Mauricio Macri, extimonel boquense, no quedó al margen y acusó a River por los incidentes. Todo sea para ayudar a la causa xeneize en Asunción.b