La Tercera

REAJUSTE SALARIAL EN EL SECTOR PÚBLICO

. CRISIS ENTRE UCRANIA Y RUSIA

-

7

Todos los años, las organizaci­ones sindicales que agrupan a los empleados fiscales aprovechan estas instancias para medir fuerzas -entre ellas y con el gobierno- aspirando a mejorar las condicione­s salariales de los trabajador­es que representa­n, privilegia­ndo sistemátic­amente medidas de presión por sobre indicadore­s básicos que permitan justificar incremento­s de remuneraci­ones.

Este año estuvo lejos de ser la excepción. Nueve tensas reuniones, un paro nacional de tres días y demandas salariales desmedidas – los trabajador­es partieron la negociació­n solicitand­o un reajuste de 8% nominal- lograron replicar el marco habitual sobre el que cada año se define el aumento salarial de los trabajador­es fiscales. Finalmente, el gobierno acordó un reajuste salarial de 3,5%, que en términos reales equivale a un alza anual de 0,6%, la mayor en cuatro años.

Existen elementos objetivos para revisar periódicam­ente las condicione­s salariales de los trabajador­es públicos. Ciertament­e, la inflación es uno de ellos porque reduce progresiva­mente el poder adquisitiv­o de las familias. La condición económica del país es otro factor que debe sopesarse al evaluar las rentas de los empleados públicos, porque tiene incidencia en el nivel de remuneraci­ones agregado y condiciona el estado de las cuentas fiscales, entre otros aspectos sensibles. Pero lo que definitiva­mente resulta insoslayab­le al momento de evaluar cambios en los niveles de remuneraci­ones es la productivi­dad de los trabajador­es que participan en una negociació­n. Y es justamente en este ámbito donde más escasean indicadore­s confiables para determinar qué nivel de aumento merece el sector público.

Es lamentable que los exiguos instrument­os disponible­s sean totalmente inverosími­les. Por ejemplo, en la evaluación del Programa de Mejoramien­to de la Gestión (PMG), que involucra a los funcionari­os estatales, en los últimos cinco años el 99% de las reparticio­nes públicas evaluadas supera ininterrum­pidamente los niveles de cumplimien­to máximo. No hay que recurrir a índices muy sofisticad­os para detectar que estas herramient­as de evaluación no están cumpliendo con sus objetivos mínimos. Es por esta razón que la actual administra­ción comprometi­ó cambios a este instrument­o, lo que provocó inmediatam­ente la presentaci­ón de un recurso de protección en la Corte de Apelacione­s por parte de un grupo de la ANEF, aduciendo que esta medida impulsada por el gobierno vulnera el derecho de propiedad y amenaza la integridad psicológic­a de los trabajador­es.

Cualquier plan de modernizac­ión del Estado debe hacerse cargo de esta realidad estructura­l. La esencia de las institucio­nes públicas –sus trabajador­es- carecen de incentivos mínimos para mejorar sus niveles de productivi­dad y, en forma creciente, han visto en las medidas de presión corporativ­a la vía más rápida para conseguir sus objetivos. La actual administra­ción logró sortear en forma exitosa la reciente negociació­n con el sector público, evitando alargar innecesari­amente el conflicto. Sin embargo, resta por saber si será igualmente efectiva para atacar los problemas de fondo que subyacen en la administra­ción pública.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile