GRACIAS A LA TELETÓN
SEÑOR DIRECTOR
Hace casi un año, nos volcamos en auto con mi familia, mientras hacíamos un viaje la víspera de Navidad. Las consecuencias para mí fueron graves: de inmediato, no sentí las piernas. Días después, en el hospital, el diagnóstico fue categórico: tenía un corte total de médula y no volvería a caminar. Pasado el impacto inicial vinieron las preguntas, como ¿qué pasaría conmigo?, ¿cómo aprendería vivir sin poder caminar?
En mi cabeza, el nombre de la Teletón retumbó de inmediato. Pero junto con la esperanza vinieron las dudas. Hasta ese minuto, me di cuenta que no sabía la real labor de la institución. No tenía certeza de si me podían ayudar.
Cuatro meses después de mi accidente, me ingresaron e inicié mi tratamiento. Llegué a la Teletón siendo realmente una inválida; no era capaz de hacer nada sola, pero ellos me enseñaron todo, desde usar la silla de ruedas hasta vestirme, a hacerme consciente de mi nuevo cuerpo y aprender a usarlo. Eso, sin contar la ayuda económica. Sin la Teletón, mi familia estaría en la ruina; ellos nos han ayudado con prótesis y materiales para avanzar en la rehabilitación. Ni hablar de la terapia, que en una institución privada resultaría simplemente impagable.
No hay que olvidar el factor humano. Los profesionales que trabajan en la Teletón tienen real vocación, con paciencia y amor me enseñaron que, a pesar de mi nueva condición, no existen los límites. Kinesiólogos, fisiatras, enfermeros, el equipo entero me alienta a avanzar y a lograr las mismas cosas y más de las que pude lograr teniendo mis piernas activas.
Hoy no me siento una inválida; hoy me siento una mujer fuerte, independiente y capaz.
Mi deseo es que cualquier persona que pase por una situación como la mía pueda sentirse como yo, y eso sólo es posible gracias a la Teletón.
Fernanda Molina Rebolledo