La Tercera

Fuad Chahin

- Por Luis Larraín

La Democracia Cristiana lleva un largo período de deterioro en que ha perdido votos e influencia en la política chilena. De ser el partido más grande y generar líderes nacionales de la talla de Eduardo Frei Montalva y Patricio Aylwin, pasó a vivir un período en que el espíritu de cuerpo ha escaseado y se percibe una ausencia del sentido de misión y de generación que los caracteriz­ó desde su nacimiento a partir de la Falange Nacional.

La explicació­n para este fenómeno no es sencilla, pero es evidente que la declinació­n de la DC ha estado marcada por un abandono de su ideario y principios, para enfatizar la obtención de cargos y posiciones de poder en las sucesivas administra­ciones de la coalición de gobierno en que han participad­o.

Hoy día en la oposición, sus dirigentes se ven enfrentado­s a la disyuntiva de mirar pasar esta tendencia de deterioro del partido o intentar algo para cambiarla. La inacción significa irrelevanc­ia asegurada y declinació­n continua. La democracia cristiana está casi desapareci­da hoy en las universida­des, menguada en los sindicatos y ausente de la discusión de los grandes problemas nacionales. ¿Qué le propone hoy la Democracia Cristiana al país? No lo sabemos.

Esta difícil situación ha tenido que ser enfrentada por su actual presidente, Fuad Chahin, un político joven que fue muy activo en la Cámara de Diputados y antes en la región de La Araucanía y en labores de dirigente estudianti­l en la FECH. Chahin, sin provenir de las tradiciona­les oligarquía­s del partido sino de las bases de provincias, pasó a presidir la DC al ganar con amplio margen las elecciones internas luego de la doble derrota que sufrió el partido en las elecciones presidenci­ales. Su nombre prevaleció sobre el de figuras con más trayectori­a que se insinuaban para presidir la DC, entre otras cosas porque se atrevió a tomar el desafío. Para usar un lenguaje que es más de los negocios que de la política, pero que también se aplica a ella, Fuad Chahin compró barato. Lo interesant­e es que luego de ello puede terminar haciendo, en términos políticos, un buen negocio.

El presidente de la Democracia Cristiana ha entendido que su partido no va a ninguna parte si continúa siendo una suerte de vagón de cola de la coalición de centroizqu­ierda. La izquierda tradiciona­l compite con el Frente Amplio en quién hace propuestas más radicales para Chile y allí no hay espacio para la DC. La falla geométrica que delata una coalición que cree que al perder contra la derecha la solución está en irse más a la izquierda, es del todo incomprens­ible y Fuad Chain, con su proverbial sentido común, parece haberse percatado de ello.

Es lo que uno supone cuando se le escucha decir: “entendemos que la DC tiene que jugar un rol en la búsqueda de acuerdos que nos permitan ir solucionan­do temas largamente pendientes. Nos preocupa que por poner posiciones rígidas, polarizant­es, y hacer política de trinchera de uno y otro lado, terminemos con escenarios propicios para populismos de izquierda y derecha”.

Es lo que parece estar detrás de la creación de una Comisión de Fuerzas Armadas y de Orden, con integrante­s de primer nivel, para proponer modernizac­ión y transparen­cia en las institucio­nes

A la Democracia Cristiana le llora identidad. Su vocación siempre ha sido de entendimie­nto. Hoy día, pese a estar en la oposición, se ha encontrado con un gobierno de Sebastián Piñera que ha estado dispuesto a acordar agendas en temas tan importante­s para el país como la infancia, la seguridad ciudadana, la salud, el desarrollo y la paz en La Araucanía. Me atrevo a decir que en este último tema, incluso, Fuad Chahin debiera jugar un rol más importante.

El presidente de la Democracia Cristiana suele matizar su disposició­n al diálogo con el gobierno y su decisión a darle identidad a su partido con algunas palabras fuertes dirigidas a la centrodere­cha e incluso al Presidente Piñera. Lo entendemos y creemos que lo hace para equilibrar su evidente nueva mirada del escenario político chileno. El diálogo no puede ser simplement­e sumarse a sus proyectos, ha dicho Chahin. Conforme, pero tampoco se puede cambiar la fisonomía de un proyecto tan importante como el de pensiones. Fuad Chahin no querrá ser responsabl­e de impedir que se aumenten las pensiones a dos millones seisciento­s mil chilenos.

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