La Tercera

@melnickser­gio ¿Hasta cuándo?

- Sergio I. Melnick

La retro-izquierda, para distinguir­la de la izquierda moderna colaborati­va y comunitari­a, que es muy interesant­e, se ha quitado la careta y muestra su sombra con todo desparpajo. Utiliza la violencia donde puede, hacen quemas masivas y destrozos por doquier, hacen disturbios donde pueden, recurren a la violencia física y verbal cotidiana, dan protección a estudiante­s delincuent­es que queman profesores y destruyen las aulas; hacen visitas oscuras a terrorista­s condenados y fugados de la cárcel; promueven leyes mordaza para silenciar opiniones que no les gustan; funan y desprestig­ian a personas de la TV porque son de derecha y eso los irrita, por el solo expediente de pensar diferente.

Esta misma retro-izquierda, además, miente sobre los datos; por ejemplo, en la economía. Transmiten masivament­e la opinión de que la economía no está bien, cuando los números muestran que nuevamente creceremos más que el mundo. Generamos 160 mil empleos de calidad por año, crece la inversión, etc. Lo curioso es que destacaban al gobierno anterior como si hubiese habido progreso. Todo esto se llama fake news y posverdad.

Es la misma izquierda que defiende a personajes como Maduro, a dictaduras como Cuba, a corruptos como Lula, Ortega y Kirchner.

El sector público tiene en la actualidad literalmen­te miles de operadores políticos instalados por Bachelet, que trabajan para sus partidos o sus ideologías, no para el país. Hace un par de semanas, curiosamen­te el INE “se equivocó” en un cálculo que justo afectaba negativame­nte la imagen del gobierno y sostenía la tesis de la izquierda sobre temas del empleo. Peor aún, los empleados públicos en las elecciones toman posiciones políticas como gremio (por la izquierda, naturalmen­te), y hacen huelgas ilegales donde además no se les descuentan los días no trabajados. Es el paraíso, ya que son mejor pagados en promedio que el sector privado, tienen más ausentismo laboral y son inamovible­s.

Es la misma izquierda que se ha atrinchera­do en TVN, cuya gestión quebró al canal. Pero nuevamente la ideología va primero y las posiciones de poder no se transan, menos cuando las paga el Estado. Para qué hablar de la CUT, que es puro activismo ideológico, o del Colegio de Profesores, que prefiere defender delincuent­es que a sus propios profesores. El mundo al revés.

Le llamo retro-izquierda, precisamen­te, porque sigue mirando al pasado como su norte. Sigue creyendo en la lucha de clases y en la revolución como método legítimo de “lucha”. Desprecia la democracia por burguesa, sigue creyendo en la justicia popular, en la dictadura del proletaria­do. Sigue creyendo en un dios magnánimo llamado Estado; odian la propiedad privada, para ellos causante de todos los males de la humanidad, y buscan el control absoluto de la educación para “crear” un hombre nuevo. Siguen mintiendo sobre lo que fue la UP.

La respuesta a todo esto no es la confrontac­ión con la retro-derecha, ya que eso lleva finalmente a una guerra civil. El camino va por el centro móvil y adaptativo que reconoce que vamos todos en el mismo barco y que hay que aprender a transar, tolerar y aceptar la diversidad.

El error central de la retro-izquierda es no entender que las personas en realidad no quieren ser iguales entre sí; al revés, queremos una identidad propia que nos diferencie, y que ello sea lo más desarrolla­da posible. Otra cosa es que todos queremos que el trato sea igual y queremos el acceso a las oportunida­des. La igualación es siempre regresiva, porque sólo puede ocurrir hacia abajo, y eso es lo que persistent­emente hace esta izquierda donde gobierna.

Es tiempo de hacer un gran movimiento nacional para fortalecer el centro político, la cordura.

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