La Tercera

Un reproche elogioso

- Óscar Guillermo Garretón Economista

Pareciera que la política duerme y solo se despereza por acción de terceros, ajenos a sus protagonis­tas. La Araucanía, Palma Salamanca, FF.AA. y Carabinero­s, etc. Pero hay corrientes profundas en movimiento. Quiero llamar la atención sobre una.

“(Si) hay algo que ya está determinad­o entre la Democracia Cristiana y el gobierno, bien poco tendríamos que hacer el resto de los partidos de oposición…”, dice el sábado Guillermo Teillier, Presidente del PC, en entrevista a El Mercurio.

¡Impresiona­nte reconocimi­ento a la influencia de la DC en el actual Parlamento y a la impotencia opositora sin ella! Hoy la DC tiene menos parlamenta­rios, pero jamás en el gobierno de la Nueva Mayoría, alguien declaró que, una postura distinta de la DC, dejaba con “poco que hacer al resto”. Vivió la desconside­ración a sus sensibilid­ades; el ninguneo a la centroizqu­ierda, identifica­da despectiva­mente con la Concertaci­ón; y sobre todo, los oídos sordos a una clase media que se ha probado más moderada en sus preferenci­as que los ideólogos de “la calle” y el “cambio de modelo”. En fin, el número de parlamenta­rios influye, pero según como ejerza esa fuerza será el peso que tengan.

El titular periodísti­co a la entrevista a Teillier, fue su frase: “La DC y los radicales han actuado muy ligados apoyando al gobierno”. Contiene varias afirmacion­es en una. Alerta que la DC está mostrando grados de autonomía crecientes respecto al resto de la oposición. Reconoce que en eso ha compartido posiciones con el PR. Devela que, para el entrevista­do, toda postura de la DC distinta a aquella “genuina”, que sería la del resto de la oposición, o sea, la izquierda neomayoris­ta y el Frente Amplio, transforma automática­mente a la DC en…¡aliado del gobierno! (habrán perdido el gobierno, pero no la soberbia). Oficializa algo sabido: el centro deja de estar subordinad­o, la centroizqu­ierda fue muerta a golpes por la Nueva Mayoría, y para que renazca obliga a tratos distintos de aquellos que la mataron.

Hasta ahora, la resistenci­a de la izquierda oficial al cambio de la realidad, la hace debatirse entre el reproche a la DC y la búsqueda febril de convocator­ias a un redil unificado de la oposición. Se idean encuentros varios, DD.HH., reforma tributaria, pensiones y por cierto, “el legado común”. Pero en este esfuerzo, prima la inercia atávica de persistir en el pasado reciente de centroizqu­ierda y en la hipnosis frenteampl­ista, que la empujan más a alejarse del centro que a acogerlo.

La DC ha comenzado a redescubri­r su importanci­a. Todos se preocupan de sus posturas. Todos buscan negociar con ella. Se da el gusto de aprobarle cosas al gobierno y propinarle derrotas, como la renuncia del intendente Mayol en La Araucanía.

La superficie de la política se aprecia adormecida, pero corrientes profundas se están moviendo; y la mayor autonomía DC es una de ellas.

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