La Tercera

Mal momento

- Por Carlos Correa Ingeniero civil industrial, MBA.

UNA de las más esperadas elecciones de la UDI tuvo un desenlace parcial tragicómic­o. La implantaci­ón de un sistema de votación electrónic­o, a cargo de la misma empresa de la crisis en Ciudadanos, terminó nuevamente en una vergüenza. Según el tribunal supremo del partido, hubo problemas técnicos que la empresa no fue capaz de subsanar.

Independie­nte de las preguntas que surgen sobre el voto electrónic­o, este capítulo es enredado para el gobierno. Desde La Moneda les resulta mucho más cómodo el dócil y asertivo diputado Macaya, que la siempre díscola senadora Van Rysselberg­he, para dirigir el partido ancla del oficialism­o. También desde hace ya un tiempo se ha convertido, mucho más que RN, en la guardia pretoriana de Piñera. Por ello, una solución pronta se hace necesaria en momentos en que las aguas no son las más calmas. Por otro lado, una guerra civil, con senadores UDI frunciendo el ceño ante las iniciativa­s del gobierno, abre un nuevo frente que no es de fácil solución. Ante las dificultad­es económicas por el exceso de expectativ­as y, en especial, ante los enredos mayores que ha sido la serie de torpezas en el manejo de la crisis causada por el homicidio del comunero mapuche, el gobierno necesita más que nunca una UDI disciplina­da como era en los dulces tiempos de los coroneles. La mayoría de funcionari­os públicos a favor de Macaya vaticinaba bien, hasta este inoportuno error.

Se resolvía también otro dilema para la derecha: qué hacer con el creciente José Antonio Kast. Este se ha convertido en algo similar a lo que Revolución Democrátic­a representa para el PS, un aliado amenazante. Si el tradiciona­l partido guardián de las herencias de la dictadura se contagia de la fiebre centrista que les ha dado a otros, perfectame­nte podría Kast hacerse de muchos en sus filas, que en silencio guardan demasiada simpatía ante su discurso derechista sin complejos. Es por ello que la propia presidenta de la UDI, pagando costos internos, fue rauda a Brasil para evitar que la única foto de Bolsonaro fuera con el actual líder de los alt-right chilenos.

El otro que debe estar sin uñas es el alcalde Joaquín Lavín. El eterno candidato había logrado notoriedad retomando el estilo “cosista” en el cual es campeón. Pero una estacada de la senadora Jacqueline van Rysselberg­he proclamand­o candidata a su propia nuera, quien —en una entrevista en este medio— aprovechó de rematarlo haciendo el contraste entre su historia de meritocrac­ia con la de político de su suegro. El alcalde no es la primera figura pública en Chile que podría ver malograda su carrera por su nuera. Una victoria de Macaya, a quien Lavín pareciera (solo pareciera) no apoyar, podría reactivar sus pretension­es presidenci­ales y dejar fuera de escenario la jugarreta de la senadora.

Aunque hasta ahora los errores de la empresa de voto electrónic­o no han encendido las pasiones al nivel que ocurrió en Ciudadanos, las réplicas del desacierto tecnológic­o ocurren en el peor de los momentos para la derecha.

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