Despolitización constante y silenciosa
Nada se ha movido demasiado con la tan esperada encuesta CEP. Los temas más relevantes siguen siendo los mismos. Se mantienen seguridad, pensiones y salud (no aparece migración en la lista, aunque es un tema que ha cobrado fuerza el último año) como las materias a las que los gobiernos debieran dedicar mayor interés. Tampoco se ha modificado sustantivamente la percepción respecto de la situación personal ni futura, y pareciera no haber una diferencia dramática en la desaprobación del gobierno si se lo compara con el primer año de sus precedentes, aunque la encuesta no alcanzó a medir el efecto en la percepción sobre las acciones del gobierno, a propósito de lo que ha ido sucediendo con la crisis en Carabineros por la muerte del comunero Camilo Catrillanca y el conflicto en La Araucanía, y la crisis en el Ejército a propósito de los dichos de su comandante en jefe. Han sido semanas de un cuestionamiento importante a varias instituciones, que solo el futuro dirá si su alcance es limitado.
Esta encuesta constata también lo que ya otros estudios han dicho antes: que, en general, las personas están satisfechas con su vida, y en temas valóricos tienden a apoyar el aborto y la eutanasia en determinadas circunstancias, aunque respecto del matrimonio igualitario las opiniones están aún divididas. La verdad, nada nuevo bajo el sol.
Tampoco sorprende que algunas figuras políticas encuentren niveles importantes de valoración positiva, aunque si miramos las encuestas pasadas, respecto de esta misma pregunta, la verdad es que no hay ningún resultado especialmente descollante. Por cierto, esta es una pregunta que en el pasado ha servido para dar el puntapié inicial a aventuras electorales, pero a tres años de las elecciones legislativas y presidenciales, cualquier cálculo anticipado puede ser muy aventurado. Llama la atención, no obstante, que figuras que podrían estar abiertamente en carrera (más allá de su mérito, por interés personal manifiesto o por las características de su liderazgo) no hayan sido consideradas, porque se trata de una lista cerrada de personajes públicos. Se notó la ausencia de Jorge Sharp, alcalde de Valparaíso; Cathy Barriga, alcaldesa de Maipú y el Ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno.
No obstante, más allá de todos estos datos que no plantean mayor sorpresa, hay una cuestión interesante a la que vale la pena poner atención. Se trata de una despolitización sostenida y relevante, que se expresa en las preguntas por la identificación partidaria y la ubicación en el espectro político.
En el primer caso, la identificación política, medida por la identificación con los partidos, ha caído 30 puntos desde 2006 (de 53 a 23%). Si bien es cierto que los partidos políticos se han transformado —en muchas democracias del mundo— en organizaciones que gozan de bajos niveles de confianza y respaldo, también es cierto que en Chile ha emergido en los últimos años una serie de movimientos sociales que se han institucionalizado y convertido en partidos políticos, logrando además alcanzar escaños en la última elección parlamentaria con la última reforma electoral. Misma situación es posible observar en la baja sostenida en la autoidentificación en el espectro político de izquierda a derecha: la alternativa “no se identifica” crece de 44% a 63% en el mismo periodo.
¿Qué conclusión podemos sacar de esto? Una cuestión relevante y significativa para el futuro: si la política se vacía de contenido o aparece lejana respecto de la construcción de lo público, es la democracia la que se debilita y se abre espacio para las aventuras personalistas, populistas y para el debilitamiento de las instituciones. Vale la pena que pongamos los ojos entonces sobre esta despolitización silenciosa, porque de esto depende nuestra manera de vivir juntos en el futuro.