A 100 años de la hazaña sobre los Andes
Un piloto que iba a ser cura antes de convertirse en militar consiguió cruzar la cordillera por su parte más alta, en un frágil avión de madera.
Hace un siglo los pilotos volaban en cabinas abiertas, sobre un asiento hecho de mimbre, sin oxígeno y sin instrumentos. Un teniente de Ejército chileno (en esa época no existía la Fach), Dagoberto Godoy, de pequeña estatura, quien “jamás desobedecía una orden ni faltaba a su palabra” (como lo describe hoy su hijo, Dagoberto Godoy Lisboa), trepó a su caza Bristol M1C, recién importado a Chile desde Inglaterra, y se elevó sobre las cumbres. Antes de ser militar, el teniente Godoy había ingresado al seminario para ser sacerdote, pero se decidió por la carrera de las armas con apenas 16 años. De la especialidad de ingeniero pasó a la entonces novedosa rama aérea, entusiasmado por los primeros vuelos que se realizaban en las canchas de El Bosque.
El avión que tripulaba llegó como “parte de pago”, dentro de la compensación por un acorazado destinado a Chile y que fue requisado en 1914 por la Armada inglesa, debido a la Primera Guerra Mundial. El instructor británico de Godoy, el mayor Víctor H. Huston, murió durante la Segunda Guerra Mundial, bajo las bombas de un avión alemán.
Godoy sufrió más tarde “el pago de Chile”: durante un falso conato de conflicto con Perú, conocido como la “guerra de Don Ladislao” (1920), se produjo una confusión de órdenes que redundó en que, cuatro años después, dejara la vida militar. Fue ascendido décadas más tarde a general de Brigada Aérea por la Fach. ●