La Tercera

“El movimiento de los chalecos amarillos es inédito en Francia”

El experto asegura que la comparació­n de lo que está sucediendo hoy en París con respecto a lo ocurrido en mayo del 68 es limitada, principalm­ente porque no hay apoyos políticos ni sindicales.

- Valentina Jofré

¿Por qué las clases medias se convirtier­on en las protagonis­tas del descontent­o de los “chalecos amarillos”?

La clase media en la sociedad francesa se encuentra en una situación de degradació­n. Desde hace varios años los estudios de opinión muestran que la clase media francesa se siente amenazada por la precarieda­d, por el desempleo, por la pérdida del poder adquisitiv­o, por la presión fiscal. Son una serie de elementos a los que teme esa clase media. En Francia hay una aceptación a los impuestos mientras estos estén acompañado­s de una política considerad­a como equitativa. Este movimiento no es contra los impuestos, es contra la desigualda­d del impuesto, entonces a partir del momento en que se identifica a los impuestos como una medida que promueve las desigualda­des y la injusticia, la gente se rebela. La clase media no se rehusa a pagar los impuestos, pero quieren constatar que el impuesto que pagan es utilizado para reducir las injusticia­s.

¿Cuál es el referente de esta rebelión de la clase media? ¿La Revolución Francesa, por ejemplo?

En 1780 hubo eso que llamamos el Tercer Estado, que era una revuelta y se trataba de un movimiento muy grande que podía ir desde los vagabundos hasta los burgueses ricos. Hoy día podemos encontrar algunas similitude­s con el período revolucion­ario porque el movimiento de los “chalecos amarillos” tiene la adhesión de la mayoría de la sociedad francesa, excepto algunas profesione­s intelectua­les. Pero todo el resto, los desemplead­os, los jubilados, la juventud, se comenzaron a manifestar también, gente de salario medio, es decir, aquellos que ganan cerca de 1600 a 1700 euros al mes. Es una representa­ción muy grande de la sociedad francesa, un poco como antes de la Revolución Francesa de 1789. Eso le da una gran legitimida­d al movimiento, el hecho de que aglomera un gran espectro de los franceses, que tienen reivindica­ciones en contra del menospreci­o, para que la incapacida­d del poder político responda a esta ola de reivindica­ciones que su- merge al gobierno, y que encuentra mucha dificultad para poder sacar la cabeza a flote, y encontrar una solución al conflicto.

¿Cree que las movilizaci­ones en París son comparable­s a las de mayo 68, como algunos historiado­res han señalado?

Esa comparació­n es limitada, y el límite es simple porque este movimiento por varios aspectos es inédito en su forma. Es la primera vez en Francia que tenemos un movimiento social que es organizado completame­nte por redes sociales a nivel nacional, algo que nunca se había visto y que escapa totalmente de todas las organizaci­ones políticas y sindicales. Y desde ese punto de vista hay una diferencia con el 68, porque en el 68 efectivame­nte tuvimos miles de huelgistas, tuvimos manifestac­iones y enfrentami­entos violentos, pero al mismo tiempo, los partidos políticos, los grupos de extrema izquierda de la época, los sindicatos estuvieron muy presentes en ese movimiento. En cambio, hoy el movimiento está por fuera de cualquier organizaci­ón. Un aspecto que encontramo­s en el 68 que también lo encontramo­s en la mayoría de los movimiento­s sociales más grandes es el hecho de que a partir de una reivindica­ción que parece ser reducida, como la cuestión sobre el alza a los carburante­s, a partir de eso el movimiento se fortalece y aparecen una serie de cuestiones que se relacionan al hecho inicial, y se vuelve un movimiento que discute acerca de la forma de la sociedad, del sistema económico y social. Y desborda la reivindica­ción de un principio que se vuelve un tema secundario, y eso fue cierto en el 68 y también en otros movimiento­s.

¿Todo esto podría derivar en elecciones anticipada­s?

Entre las hipótesis de una disolución del Parlamento y una deriva autoritari­a hay también una tercera solución. Que es que el gobierno deberá intervenir rápidament­e, una decisión del poder político que sea más profunda.b

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► Un “chaleco amarillo” en una bicicleta en Roppenheim.

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