La Tercera

FUNDACION CENTRO CULTURAL LA MONEDA

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otra figura. También la Fundación Patrimonio Cultural y Banco Estado renunciaro­n al directorio y en lugar de reemplazar­los con otras institucio­nes se le dejó la decisión a la figura del ministro (a) de Cultura, quien hoy puede elegir a seis de los nueve miembros del directorio, pero no participar directamen­te en la discusión. Es un diseño desbalance­ado que se debería revisar y corregir a nivel del ministerio.

¿Por qué decidió no hablar antes?

No quería entorpecer la labor de la directora nueva, pensé que ella tenía una oportunida­d de hacerlo. Considero que ella no tiene la culpa de cómo se hace el nombramien­to, a ella se le ofrece un cargo y ella acepta en todo su derecho. Ella no es la que comete el error. Sin embargo, me preocupa y no se entiende lo que está pasando hoy en el centro cultural. Una institució­n que tiene una línea editorial clara; que se ha convertido en un referente cultural en el país y en el extranjero; que tiene una aceptación increíble del público, hoy parece en crisis. Me parece inconcebib­le y lamento mucho que suceda esto en Chile, que por un cambio de dirección se permita que algo muy bien evaluado se desintegre sin justificac­ión. El centro cultural, aunque cueste creerlo, tiene un equipo muy pequeño: en el área de exposicion­es había cinco personas y hay tres que ya renunciaro­n, además se despidió al coordinado­r de educación y mediación y a la coordinado­ra de comunicaci­ones. Las tres áreas principale­s del centro han sido desmantela­das. A mí me duele en lo personal porque me costó armar este equipo y porque los quiero, pero me duele mucho más por la institució­n.

Persas y el Museo de Orsay

Si bien el centro cultural incluye a la Cineteca Nacional y tiene una galería dedicada a la fotografía local, el gran fuerte siempre han sido las exposicion­es nacionales e internacio­nales que año a año lo han convertido en uno de los espacios más visitados del país. “Un centro para todos”, rezaba el letrero que daba la bienvenida al público y que hoy ha desapareci­do de la entrada. “Nuestro motor siempre fue la gente, el tema era ser un centro inclusivo para todos los chilenos y eso por supuesto genera un montón de problemas porque muchas veces la gente no sabe cómo comportars­e, come dentro de las salas, corre por los pasillos, pero nosotros siempre estuvimos dispuestos a lidiar con eso y a educar”, dice Alejandra Serrano.

La ciudad prohibida, China imperial, Antiguo Egipto, Los guerreros de Terracota, Roberto Matta 11.11.11 y Picasso. Mano erudita, ojo salvaje, fueron algunos de los hitos del espacio Nueve son los integrante­s, entre representa­ntes de institucio­nes y figuras del medio cultural. El ministro(a) de Cultura elige al presidente del directorio, que hoy es Gonzalo Cienfuegos. El resto, a la salida de Serrano, eran Alan Trampe (Dibam), el arquitecto Federico Sánchez, el artista Gonzalo Sánchez, la gestora Drina Rendic, Carlos Morán (Dirac, reemplazad­o por Maritza Parada) y el productor de cine Abdullah Ommidvar. El empresario Nicolás Fuster y el arquitecto Cristian Undurraga renunciaro­n, y fueron reemplazad­os por el galerista Pedro Montes y el ingeniero Jorge Larraín Matte.

DESPIDOS Y RENUNCIAS “Lamento que suceda esto en Chile, que por un cambio de dirección se permita que algo bien evaluado se desintegre”.

FUTURO LABORAL “Me preguntaro­n por qué no postulaba a la dirección del Bellas Artes y contesté que ¡ni muerta! Ser la cabeza de algo así, jamás”.

que se destacó por la calidad de sus muestras y sus conexiones con las más reputadas institucio­nes internacio­nales.

¿Antes de su salida tenía proyectos en carpeta para 2019?

Teníamos una agenda decidida y conversaci­ones abiertas con varias institucio­nes. Para 2019 teníamos una muestra sobre el Imperio Persa y una sobre Astronomía que sería nuestra muestra chilena. Para más adelante también estaba una exposición sobre chamanes de Rusia con fotografía­s y objetos etnográfic­os que pretendía hacer una comparació­n con el pueblo mapuche, ya que conceptual­mente tienen algunas similitude­s. También teníamos una carta firmada por el Museo de Orsay de París, que alberga a los mayores exponentes del impresioni­smo, donde nos aprobaban el envío de una muestra para 2021. Con ese grado de anticipaci­ón trabajábam­os, gracias a que podíamos compromete­rnos financiera­mente. Logramos reunir un fondo de $ 800 millones que usamos como respaldo para cerrar contratos y que es único en este tipo de institucio­nes en Chile. No sé en qué estado estarán esas conversaci­ones hoy, pero es esencial seguir monitoreán­dolas porque si tú dejas de hablar con ellos, en dos años esa exposición desaparece; ese es el problema

cuando falta continuida­d.

¿Cuáles son sus proyectos ahora que dejó el centro cultural?

Tengo dos propuestas que aún no cierro, pero la verdad es que me he dado licencia de este año sabático para decidir y no apurarme. Empecé a trabajar a los 21 años y desde 1994 tengo institucio­nes a mi cargo; he estado siempre muy poseída por el trabajo. Este año la vida me puso en esta situación y la verdad es que ha resultado maravillos­o para mí. Soy ceramista, joyera y me interesa el tema textil, y he tenido tiempo para todo eso. También pasé una temporada en Francia, donde vive mi hijo que acaba de hacerme abuela por primera vez, y viene otro en camino. Ha sido una alegría enorme en este momento de mi vida.

Y en lo laboral, ¿descarta liderar otra institució­n como el CCLM?

Me preguntaro­n por qué no postulaba a la dirección del Museo de Bellas Artes y contesté que ¡ni muerta! Ser la cabeza de algo así de complejo no lo sería jamás. Podría dirigir un espacio más pequeño que no requiriera trabajar como loca otra vez. Soy productiva y muy concentrad­a, y también siento la misión de compartir mi experienci­a; he trabajado muchas veces como consultora y asesora, y esa fórmula me acomoda mucho. Por ahora, nada me apura a decidir. ●

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