La Tercera

Reforma en salud: no más de lo mismo

- Por Sylvia Eyzaguirre

El gobierno anunció tres reformas claves durante su mandato: tributaria, pensiones y salud. Las dos primeras ya fueron presentada­s y son relativame­nte conservado­ras. Esto es esperable, dado que el gobierno no cuenta con mayoría parlamenta­ria y en ambos temas tiene diferencia­s profundas con la izquierda. Sin embargo, la situación en salud es distinta.

La población considera, según la encuesta CEP, que salud es uno de los tres problemas al que el gobierno debería dedicar el mayor esfuerzo. Los problemas que se observan en el área de salud son de distinta índole. Existen problemas de recursos (déficit de camas hospitalar­ias y de especialis­tas, e ineficienc­ias en su distribu- ción), de gestión en el sector público y de diseño institucio­nal, entre otros. En los primeros dos problemas se puede avanzar hasta cierto punto sin proyectos de ley, pero el último exige una reforma profunda. Sería deseable que en este ámbito, que impacta de forma tan directa el bienestar de las familias, el gobierno se la juegue.

Existe consenso en la necesidad de abordar el diseño completo del sistema de seguros de salud, que incluye tanto al sector privado (isapres) como al estatal (Fonasa). La actual ley exige un aporte obligatori­o del 7% para salud. Con ese 7% mínimo las personas pueden comprar un seguro privado o estatal. Sin embargo, los precios de los planes más económicos de las isapres superan el 7% del salario promedio en Chile, dejando a más de la mitad de los chilenos sin posibilida­d de elegir. Además, ellas pueden rechazar a personas y no cubrir las preexisten­cias. Estas desiguales condicione­s entre asegurador­as llevan a que el 80% de las personas esté afiliada a Fonasa y solo el 20% a isapres. Las isapres prestan servicios a personas con mayores ingresos, menores índices de morbilidad y reciben casi tres veces más recursos por asegurado por concepto de aporte individual que Fonasa (las personas afiliadas a isapres aportan en promedio el 10% de su salario). Fonasa, en cambio, atiende al 80% más vulnerable de la población con tasas más altas de morbilidad y con considerab­lemente menos recursos por persona. Esta desigual distribuci­ón de la morbilidad y del financiami­ento hace que el sector estatal no sea sustentabl­e y al sistema en su conjunto, ineficient­e e injusto.

Cada subsistema (privado y estatal) tiene sus propios nudos críticos y el debate público ha tendido a concentrar­se en cada uno de ellos por separado. Sin embargo, el problema de fondo no se va a resolver, si seguimos pensando a las isapres y a Fonasa como estancos independie­ntes. De ahí que exista acuerdo entre los expertos en avanzar hacia un plan universal de salud. Este plan universal consistirí­a en un paquete de servicios y beneficios (o de soluciones a problemas de salud) con una calidad mínima al cual todos los chilenos tendrían acceso. El plan podría ser provisto tanto por Fonasa como por las isapres (como se observa en otros países desarrolla­dos) y habría libertad de elección para todos. Este plan común sería financiado igual que ahora, con contribuci­ones salariales y aportes del Estado, pero requiere de un fondo de compensaci­ón de riesgo para que el financiami­ento se distribuya en función del riesgo de morbilidad de los afiliados. Este plan universal puede ser complement­ado con planes adicionale­s. Este nuevo modelo tiene la ventaja de ser más equitativo, eficiente y sustentabl­e.

En una reforma de esta envergadur­a la gradualida­d es fundamenta­l. Sería aconsejabl­e partir por introducir modificaci­ones a las isapres y a Fonasa por separado, junto con crear un fondo de compensaci­ón de riesgo para luego avanzar hacia un sistema integrado. Este podría ser el gran legado de este gobierno, pero para ello se requerirá convicción y voluntad política, pues el enemigo está dentro de la casa.

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