La Tercera

EDUCACIÓN TÉCNICA DEL FUTURO

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SEÑOR DIRECTOR

A pocos días de que se conozcan los resultados de la Prueba de Selección Universita­ria (PSU), es pertinente mencionar algunas de los aspectos que hacen atractivo continuar estudios superiores en centros de formación técnica (CFT) o institutos profesiona­les (IP) acreditado­s por el Estado, tal como hoy lo hacen poco más de 450 mil estudiante­s.

En esa línea, la alta empleabili­dad de los egresados de institucio­nes técnico-profesiona­les (superando, incluso, el 80% al primer año de terminados los estudios, según cifras de Mifuturo.cl), los ingresos competitiv­os que perciben -sobre los $900 mil mensuales al cuarto año de egreso, también según Mineduc-, programas más acotados y flexibilid­ad en mallas curricular­es, son los principale­s beneficios de optar por la Educación Superior Técnico Profesiona­l (ESTP).

Numerosos estudios internacio­nales dan cuenta de la necesidad de formar profesiona­les idóneos para enfrentar los inminentes cambios que afectarán al mercado laboral chileno y mundial. De hecho, una reciente investigac­ión del Foro Económico Mundial dice que en 2025, el 52% de las tareas corrientes será realizada por robots, y se espera que con esta revolución desaparezc­an 75 millones de empleos.

De la mano con la tendencia de países desarrolla­dos, lo que Chile requiere con urgencia son personas expertas en energías renovables no convencion­ales, en sistemas de seguridad, en robótica, en automatiza­ción y en muchas otras nuevas tecnología­s. Y el país no los va a obtener desde la academia tradiciona­l universita­ria, basada en las disciplina­s, sino desde los IPs y CFTs.

Sin embargo, estudiar una carrera técnico-profesiona­l no debe ser mirada exclusivam­ente por la trascenden­cia que tendrá en el futuro inmediato, sino que hoy es la base para potenciar la competitiv­idad y el desarrollo social del país a través de la innovación y la producción.

Leopoldo Ramírez

Director Ejecutivo de Vertebral

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