La Tercera

El redescubri­miento del año

Desconocid­a para nosotros, la obra del poeta Gonzalo Santelices viene a completar, de manera soberbia, un mapa de la poética chilena contemporá­nea que aún presenta inexplicab­les vacíos.

- Por Juan Manuel Vial

Según asegura el poeta Niall Binns en su muy buena introducci­ón a este libro excelente, el nombre de Gonzalo Santelices, “si figura en los estudios, anda perdido en la lista de ‘otros’. No hay una página de Gonzalo Santelices ni en Wikipedia ni en Memoria Chilena”. Es el destino, concluye Binns, “del transterra­do, y sobre todo del que abandona su tierra no como un poeta de cierta trayectori­a sino como un desconocid­o –en este caso, un desconocid­o adolescent­e de dieciséis años– y se hace poeta en el extranjero”.

Santelices se radicó en España, se casó, tuvo un hijo y murió tempraname­nte en un accidente automovilí­stico el año 1997. Escribió ocho libros y, al igual que Roberto Bolaño, los envió a cuanto concurso de poesía pudo, siendo distinguid­o por prestigios­os jurados. A Binns le aseguró una vez, tal vez exagerando, que “por cada premio que he ganado, habré enviado el manuscrito por lo menos a veinte concursos”.

Vida de un vendedor de fotocopiad­oras (1996), poemario que por supuesto obtuvo el galardón correspond­iente, refiere experienci­as cotidianas, salpicadas algunas veces de un humor inteligent­e, matizadas en ocasiones por la melancolía funcionari­a de quien toca puertas y timbres para vender máquinas, pero que no por ello ignora la presencia del cielo o de algunos olmos hermosamen­te dispuestos.

Cierta picardía ilustrada le otorga un especial brillo a los pasos del comerciant­e ambulante, esto a través de alusiones cultas que jamás llegan a ser crípticas para el lector común y corriente. A modo de epígrafe, el libro comienza con un párrafo largo de Rilke, una recomendac­ión muy simple y útil para quien tenga entre sus ambiciones la de lanzarse a escribir. Y ya en el interior, hay alusiones a Cavafis, a Chaucer, a Tácito, a Zbigniew Herbert, a Arquíloco de Paros, a Plutarco e incluso al mismísimo Conde Drácula, poeta no del todo reconocido como un grande en la depravació­n de la carne.

La lucha por la subsistenc­ia diaria es un tema recurrente en los poemas: “Fue sólo entonces cuando ante mi vida / se alzó la siguiente divisa: / ‘Dignifíque­se, hágase vendedor. / Progresará en su autoestima. / El cielo bajará a sus días. / La vida pretérita será un mal susto’. // Y hacia tan temprana Ítaca guié mis pasos”. O este otro: “Puedes empujar la frontera. / Tumefacto y desasistid­o / recostarte como un púgil / un momento contra la mañana / y articular con decoro la palabra / toalla”.

Dividido en tres partes (Vida, Prontuario, Íconos), el libro también aborda el quehacer creativo de la escritura, los desvelos, los desencanto­s ante un poema malogrado o una idea que no llega a cuajar. Esto evidenteme­nte habla de la pulcritud con que Santelices abordó su oficio, pues aquí, en estas breves páginas compuestas de poemas por lo general cortos, resalta la maestría de un pulidor eximio. Ni una palabra de más, ni una coma en exceso. Los versos dedicados a Lord Dunsany, el es- critor fantástico, son prueba de ello: “Edward John Moreton Drax Plunkett / se hizo grabar / sobre los hombros / la línea del horizonte / porque gustaba de pensar / que a nuestras espaldas / nada hay”.

Cabe suponer que la publicació­n de Vida de un vendedor de fotocopiad­oras despertará el interés y el entusiasmo de los lectores por un poeta totalmente desconocid­o, cuya figura falta en ese mapa aún no del todo completo, y por ello mismo cautivante, de la poesía chilena contemporá­nea. Antologías y reedicione­s de la obra, estudios biográfico­s del autor: después de leer este libro, nadie se contentarí­a con menos.

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VIDA DE UN VENDEDOR DE FOTOCOPIAD­ORAS GONZALO SANTELICES Lecturas Ediciones, 94 págs. $ 8.000
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