La Tercera

Lectura errada

- Axel Buchheiste­r Abogado

Para muchos en este país “encuestalc­ohólico” la reciente Encuesta CEP definió el futuro político. La principal predicción: Joaquín Lavín es el político mejor evaluado y tiene, entonces, la “pole position” presidenci­al en la centrodere­cha. Es muy dudoso. En primer lugar, las encuestas merecen duda, porque desde hace tiempo que fracasan en recoger de manera confiable el sentir ciudadano, cada día más volátil. Los ajustes que hayan realizado para volver a ser confiables, tienen que ser confrontad­os con hechos duros (que en la práctica son los resultados electorale­s) y eso está por verse.

En segundo lugar, la lectura sobre la proyección de Lavín me parece equivocada. Más aún, se contradice con el resultado de la reciente votación sobre la laguna en el Parque Intercomun­al de La Reina, que –como sabemos- fue un proyecto del alcalde bacheletis­ta-aliancista, en una consulta impulsada por él. Perdió claramente en una votación formalment­e convocada y que se hizo sobre la base de los registros electorale­s; es decir, se trata de un dato duro, no de un sondeo.

Pero lo más importante, es que si se acepta el resultado de la encuesta como base de la discusión, ella no permite concluir que Lavín sea el candidato indiscutid­o de la centrodere­cha, sino más bien de la izquierda. En efecto, Lavín tiene un 48% de aprobación y un 20% de desaprobac­ión, lo que parece muy prometedor, casi imbatible. Pero sin ser un experto, de analizar los sondeos durante años he llegado a la conclusión que todo político que toma una posición medianamen­te clara – sea de derecha o izquierda- tiene un tercio de los encuestado­s en contra: una desaprobac­ión automática de los que están en las antípodas, que lo rechazan por principio. Por lo mismo, llama la atención que Lavín tenga sólo un 20% de rechazo. Para algunos, eso demostrarí­a que logra penetrar a la izquierda con sus actuacione­s heterodoxa­s. No es eso, sino que se ha vuelto popular y causa gran satisfacci­ón entre las huestes de izquierda, porque simboliza la victoria de la agenda de ellos y la derrota de las ideas de derecha. Pero como bien advierte la propia encuesta, aprobación no es intención de voto: la gente de izquierda que lo aprueba (y que abandonó el natural rechazo al adversario), no votará por él, sino por uno de los suyos. Y los votantes de derecha, ya dieron un indicio claro con ocasión de la laguna.

Lo preocupant­e de acoger los resultados de la CEP sin más, es que la centrodere­cha asustadiza, temiendo una victoria del Frente Amplio o incluso que vuelva Michelle Bachelet (que le atribuye una prometedor­a evaluación) vuelva a buscar en forma acrítica y entreguist­a un salvador que evite que caigamos otra vez en manos de la izquierda, aunque la realidad le haya demostrado que eso se termina pagando caro. Si tiene dudas a este respecto, consulte en la encuesta la aprobación del Presidente Piñera.

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